En un céntrico supermercado de Zaragoza empieza a ser habitual la presencia del último fichaje de una institución aragonesa, un chef de cocina que cada día, a primera hora, repasa las secciones de los productos frescos, y hace su correspondiente fila, para elegir el menú que servirá en los comedores privados de la entidad, donde el máximo dirigente y sus colaboradores almuerzan prácticamente todos los días laborables. Luego, ya con las bolsas bien cargadas, monta en el coche oficial que le está esperando puntualmente en el aparcamiento.