A los regantes aragoneses hay que reconocerles una paciencia infinita. Treinta y tres años han tenido que esperar para ver el inicio de las obras del canal Calanda-Alcañiz, que servirán para regar cultivos de calidad como el olivo y el melocotón. Cuando se alcanzan logros como el comienzo de esta obra se hace más evidente la histórica lucha que mantiene Aragón por el agua y sus desarrollos. La transformación de los secanos en regadíos es la última oportunidad que tienen algunos territorios para asegurar el futuro, sobre todo cuando las tierras se dedican a cultivos que cada día tienen más y mejor presencia en el mercado.