La Semana Santa y la Cuaresma son fechas de recogimiento y penitencia tras los fastos del solsticio de invierno y las alegrías al cuerpo que nos damos por Carnaval.

Seguramente por eso ha elegido estos días el jefe de la Expo, don Roque Gistau, para advertirnos a todos, creyentes y no creyentes, de que conviene pasar página después de las jaranas parisinas (que disfrutamos allá por la Navidad) y del subidón carnavalesco que nos ha dado a los zaragozanos, según el último Barómetro del gobierno de Aragón. Dice don Roque que es hora de plantearnos ya quién ha de pagar la cuenta (La Dolorosa, sería más propio) y de qué manera.

Por estos pagos tenemos larga experiencia sobre logros virtuales. Nos enseñan una maqueta o un DVD y, como lo vemos en colorines, pues ya tenemos Parque de Ranillas, Espacio Goya, Puente del Milenio (de cualquier milenio), o lo que sea. La experiencia nos dice que, del dicho al hecho, hay un buen trecho, pero seguimos dejándonos embaucar y los señoritos montan ruedas de prensa multitudinarias o presumen de gestión por cuatro euros.

La experiencia también nos dice que las Expos y los Juegos Olímpicos al final están listos a tiempo, que alguien al final afloja la pasta. Pero no hay regla sin excepción y, teniendo en cuenta que aquí somos especialistas en eternizar las obras y en no ponernos de acuerdo ni para comer, podemos ser firmes candidatos al papel de excepción. O sea, que no echen en saco roto la advertencia de don Roque.

*Periodista y escritor