Algo se he hecho mal en los años anteriores para que ocurra lo que está pasando con la Policía Local de Zaragoza. Habría que revisar eso con cuidado. Lo que se ha roto con estas disparatadas medidas de presión es la confianza --si la había-- en los propios guardias. Es posible que no la hubiera. Desde el momento en que han sido capaces de montar este circo (por usar una expresión benévola) es que los propios policías deben de pensar que no gozan de la confianza de la ciudadanía, o que les da igual. Habría que hacer alguna encuesta sobre este punto. O mejor, habría que repescar alguna encuesta archivada, si es que la hay, porque ahora ya estaría contaminada por lo que está pasando. Y por lo que pude pasar en el Pleno de hoy si no moderan sus métodos y si no rectifican esta estrategia delirante. Algo debe de funcionar mal en ese cuerpo si se ha podido llegar a esta situación que, aunque no ocurra nada más, ya ha creado un precedente nefasto y un climax irreversible. Por ejemplo, da la sensación de que no hay mandos intermedios, ni mandos superiores, que en todo caso permanecen en la sombra, como si pudieran estar al margen, con la que está cayendo. Da la sensación de que no hay nadie con un poco de sentido común. La otra hipótesis sería todavía más inmanejable: que la pirámide de mando aliente o secunde los métodos elegidos para protestar. Quizá el relevo generacional se ha hecho demasiado deprisa, y quizá el mismo motivo de la reivindicación (el paso a una reserva hogareña ) ha supuesto que los policías veteranos estén ya en sus casas y por eso no estén aportando la reflexión y la madurez que se echa en falta en la forma de plantear este conflicto. En todo caso, es evidente que algo debe de estar fallando también en la formación teórica que se viene dando a los futuros policías, pues si hay algo que no pueden hacer por definición los encargados de la seguridad es reventarla y menos en el propio Ayuntamiento.

Esto por lo que afecta a las sonoras protestas activas. En cuanto a la parte pasiva, hay muchos ciudadanos que piensan que cuando los guardias sustituyen a los semáforos el tráfico va peor. Y que en general se exceden en multas y sanciones: claro que esto depende de los políticos, que harían mal en no aprovechar esta crisis para revisar a fondo su comportamiento.

*Periodista y escritor