Hace ya algún tiempo que el Cabildo de nuestras catedrales, supongo que con auxilios más prosaicos que los espirituales, tomó la decisión de reducir la población de palomas residentes en el Pilar e inmediaciones; ciertamente, su número agobiaba y aunque los niños juegan con ellas (ellas con los niños, no), dándoles de comer o persiguiéndolas, las palomas les hacen poco caso.

La tradición histórica de las palomas y su perenne popularidad, pienso que no permite declararles una guerra abierta pero, aunque arrulladoras, usan hábitos demoledores y dejadas a su aire, suelen ser prolíficas y perjudiciales. La guerra con ellas ha de ser discreta. Cuentan que, periódicamente, son cazadas mediante una red que se dispara y las retiene a montón pero lo de exterminarlas sonaría mal, así que se optó por trasladarlas a lugares algo alejados de la ciudad, dejándolas allí en libertad.

Naturalmente, las palomas que no tienen una pluma de tontas, prefieren por experiencia el medio urbano antes que el rural y tienden a volverse a reunir en los pueblos más próximos a los lugares de la suelta y en ellos reciben tratos diferentes: en unos, las acogen casi poéticamente y en otros, hay regidor que permite la caza a perdigonazo limpio, incluso dentro del casco urbano.

¿Qué será de las palomas? Desde luego, la plaza del Pilar, su centro natural en Zaragoza, ya no está tan concurrida por ellas aunque es seguro que la añoran; pero cuentan que los halcones no se esmeran excesivamente, en darles alcance. Parece que las palomas dejaron de gustar a los halcones; supongo que son halcones aunque seguro no lo sé; en cosas de cetrería, desconozco hasta eso.

Dicen que tras planear pacientemente por los alrededores, nuestras aves de presa han descubierto que, para mejorar su dieta, solo necesitan un corto vuelo, un simple paseo hasta los montes de Torrero; allí, detectaron pronto, que había liebres y otros pequeños mamíferos que son mucho más apetecibles que los pichones ciudadanos; aquellos saben a menta y a jara y los pichones, solo a barquillos y ¡palomitas de maíz!, en el mejor de los casos.

LAS AUTORIDADES competentes no pudieron prever que también los halcones se aburguesarían, igual que seres humanos. Estos últimos guardan aún las apariencias con eso tan rentable de las izquierdas y de las derechas pero aquellos, como no se entretienen con elecciones, solo quieren vivir bien y lo demás, no da la impresión de importarles.

¿Habrá que mantener a los halcones instalados como los ángeles en los altos del Pilar a pesar de que no cumplan sus deberes laborales? Suponiendo que no se les contrató únicamente para asustar a las palomas, lo que procede es despedirlos porque practican una halconería pro domo sua. Desde luego, por vivir donde viven ni son santos ni se muestran fieles a sus deberes.

Quizá convenga pedir informes a Defensa Nacional que, tras mantener militarizadas y en expectativa de servicio a todas las palomas mensajeras de nacionalidad española, ahora ha decidido licenciarlas en bloque y eso que nunca se sindicaron ni dejaron de cumplir con sus tareas castrenses. Ello explica que en un museo (supongo que en el del Ejército), figure una mensajera disecada que murió en nuestra guerra, tras llegar a su destino herida y entregar antes, su último mensaje.

De los halcones, que son otra suerte de aves, ignoro qué se podrá esperar, si después de contratados justifican tan poco su presencia. La cuestión es compleja porque es sabido que el progreso siempre genera nuevos problemas. Nada es sencillo como revela el estado de nuestra gobernación que de alguna manera debemos llamarla y en la que hay halcones y palomas en unos y otros bandos y más clases de pájaros. En ese aspecto, nuestra sociedad es bastante completa.

En mi tierra de nación ("Asturias, patria querida..."), se popularizó hace muchos años, un canto gracioso advirtiendo que "el pintar una paloma / se hace con facilidad, / pero (es) la dificultad... / pintarle el pico y que coma....".

En fin, si les pudiéramos enseñar a los halcones a comer cotorras argentinas o a asumir otras faenas medioambientales, ¿tampoco sería políticamente correcto mantenerlos becados?; ítem más y acabo: ¿va ser preciso negociar con toda especie de pájaros?