El gobernador del Banco de España resumió los resultados de las pruebas de solvencia de la banca europea diciendo que en el caso español no se puede hablar de suspensos. Hay que deducir, pues, que si el país que recolecta cinco de las ocho calabazas de toda Europa cree que no se pueden considerar descalificaciones, habrá que concluir que las pruebas no han servido de nada. Aunque todo dependerá de cómo quieran interpretar los mercados esos resultados mañana. Las pruebas de estrés del 2010 no fueron muy eficaces ya que aprobaron a bancos irlandeses que poco después fueron nacionalizados. Las bases de los exámenes son tan informales que anulan su valor. ¿Cómo puede un país presentar al 90% de su sector y otro el 25%? ¿Cómo puede retirarse de la carrera un banco --el alemán Helaba-- por no estar de acuerdo con los criterios de evaluación? Y encima el Banco de España, que obligó a provisiones por eventuales impagos a toda la banca, ve ahora que la Autoridad Bancaria Europea no las acepta como capital propio porque los demás no las hicieron. Por eso suspenden cinco entidades españolas. No es un fracaso, pero sí parece que hayamos ido con el lirio en la mano.