Siempre me ha sorprendido que Los Simpson pertenezcan al imperio Fox, la cadena ultraconservadora americana. Fox es el brazo armado del empresario Murdoch, que estos días anda el hombre con problemas. Los Simpson, una de las series más corrosivas de la historia, fue adquirida por Fox y en un gesto que le honra (probablemente de visión comercial) siempre permitió que Homer hiciera bromas con la esencia política de esta marca televisiva.

Ahora el dueño de este emporio de la comunicación está en la cuerda floja. Nunca lo sospechó. Encontró un hueco en la insaciable curiosidad morbosa del público británico y le proporcionó alimento cada mañana. Pero todo este tinglado me recuerda a la decrépita fama de la televisión basura de nuestro país; cargar exclusivamente sobre sus espaldas el azufre del diablo es hipócrita: tres millones de espectadores chupan de la burra, concediéndole cierta patente para seguir experimentando con nuevas monstruosidades. Millones de lectores británicos se dejan un euro en el quiosco para enriquecerle un poco más. Todo lo sucedido con los pinchazos telefónicos urdidos desde News of the world, dan asco. Te invitan a preguntarte sobre esta profesión tan decadente, que no encuentra límites. En España es Tele 5 quien vive de espaldas a la realidad y a las leyes. Vean cada tarde Sálvame y entenderán lo que digo. Homer y su familia son personajes que fascinan a los pequeños. Lo más duro que dicen es "mosquis". Los niños no atisban la carga de dinamita que ocultan, la bomba contra el sistema del señor Murdoch.