Los dirigentes populares han sabido ganar la batalla de la comunicación. Mensajes pocos, cortos y repetidos constantemente, para que vayan calando y que nadie los pueda cuestionar. "Dejamos a ZP la mejor herencia que ha recibido nunca un presidente en la democracia española". "Nuestro compromiso con España: empleo, austeridad y transparencia". Sin más detalles. En el ámbito educativo son dos temas recurrentes: la calidad de enseñanza y la libertad de elección de centro por parte de los padres, aunque son equívocos, ya que pueden entenderse o interpretarse en varios sentidos.

Siguiendo el trabajo del profesor Antonio Viñao, para la ideología neoliberal, la de los populares, la educación en España atraviesa una profunda crisis. No es de cantidad, sino de calidad, de eficiencia, eficacia y productividad. ¿Cómo puede conseguirse una mejora? Mediante la instauración de un mercado educativo competitivo de los centros que premie, con el éxito en dicho mercado, a los mejores, y que castigue, con la amenaza de su desaparición, a los peores. Desde esta perspectiva la educación es una mercancía más dentro de un mercado supuestamente libre.

Las propuestas básicas que se deducen de tales supuestos ideológicos son diferentes. La desestatalización de la educación, las políticas de privatización y apoyo a las escuelas privadas y el establecimiento de un clima de competitividad entre los centros para que sean los padres, como usuarios, los que elijan el centro para sus hijos. La evaluación, como un instrumento para la asignación de recursos en función de los resultados, y el establecimiento de un ránking público de los centros, a fin de orientar a los padres en sus opciones.

La autonomía de los centros desplaza la cuestión de la calidad del ámbito político o público al privado. La calidad corresponde a los profesores, a los padres y, sobre todo, a la dirección. El director se convierte en un manager o gerente, cuyo éxito se mide comparando los resultados académicos de su centro con los de otros.

ESTAS PROPUESTAS políticas suponen dos conceptos de calidad distintos. Uno, es el de la calidad como satisfacción de los clientes, un concepto que resalta la importancia del márketing, de la publicidad. Lo único importante es que el cliente se sienta satisfecho con el producto que recibe. Si el cliente está satisfecho la calidad es alta, si no lo está, la calidad es baja. La calidad, por tanto, no es algo que se refiera al producto en sí mismo, sino a una sensación o satisfacción subjetiva de las personas que demandan el producto en cuestión, en este caso la educación.

El otro concepto de calidad como rendimiento académico, resultados o nivel de conocimientos. Y es justamente este, de índole supuestamente objetiva, el que sirve, para establecer un ránking de los centros. Este es, además, el concepto de calidad que está detrás de la tesis del descenso del nivel académico que la nueva derecha viene planteando reiteradamente en las últimas décadas. Y es esta tesis la que justifica, para sus promotores, esas intervenciones gubernamentales en el ámbito del currículum, tan típicas de los gobiernos neoliberales, que contradicen los principios, asimismo mantenidos de no intervención pública en los asuntos educativos y autonomía de los centros.

La libertad de elección de centro docente es el núcleo básico de las políticas educativas neoliberales. Tiene una audiencia muy amplia no solo entre quienes ya ejercen, sino también entre ciertos sectores de la clase media y media-baja a los que no les basta la escolarización generalizada, sino que buscan una enseñanza de calidad que les ofrezca la posibilidad de una movilidad social ascendente para sus hijos, accediendo a determinados centros.

Esta libertad, argumentan sus defensores, favorecerá a las clases y grupos sociales inferiores que no tienen más remedio, con el sistema de zonificación, que acudir a centros de baja calidad educativa; les permitirá salir de su entorno y elegir centros de mayor calidad. Ello favorecerá la igualdad social y hará que los centros con menos demanda se esfuercen por mejorar ante el peligro de verse sin alumnos. En la práctica es muy diferente. El estudio de Elmore y Fuller en las escuelas norteamericanas concluye: "El incremento de las posibilidades de elección de centro probablemente incrementará la separación de los alumnos en función de su raza, clase social y contexto cultural".

El de John S. Ambler sobre las experiencias inglesa, francesa y holandesa llega a unas conclusiones terminantes: las políticas de libre elección de centro son particularmente beneficiosas para las clases altas, por ser este el grupo social que más se da cuenta, que mejor se entera e informa de las oportunidades que surgen, y el que más se aprovecha de ellas. Además propician las desigualdades sociales existentes creando nuevas oportunidades para los padres mejor informados que son los que llevan sus hijos a las mejores escuelas. Para reducir sus efectos negativos es recomendable implantar programas específicos para informar y educar a todos los padres.

El recurso a la elección para mejorar la educación es una tarea compleja, no fácilmente sujeta al gobierno de principios ideológicos simples. La idea de que la simple elección producirá milagrosos resultados es muy cuestionable, aunque como algunos lo tienen todo tan claro no entran en estas cuestiones.Profesor de instituto