En TVE están locos de contentos porque su estreno del lunes, Plaza de España, alcanzó nada menos que tres millones de espectadores, que se traducen en un 21% de audiencia. Una hazaña en estos tiempos. Sí, la comedia fue muy promocionada, es verdad. Y la comedia tenía el ingrediente picante de situarse durante la guerra civil en un pueblecito castellano. Aún añadía otro atractivo: la cadena pública le había adosado un adjetivo, que en el mundo del cine posee un componente de calidad: berlanguiano, por aquello de tener cierto aire de La Vaquilla, del maestro valenciano, rodada en Sos.

Plaza de España es una patochada casi infantil. Una comedieta ingenua ausente de cualquier referencia a la guerra que se padeció en España, hace ahora 75 años. Si en la productora guardaban algún temor por que el asunto pudiera molestar a alguien, ya lo pueden superar: realmente la teleserie no tiene nada que ver con la guerra; solo se ubica en ese tiempo y los protagonistas son soldados y civiles, pero ahí acaban todas las circunstancias.

No sé si seguirá recibiendo los aplausos de los espectadores. Yo creo que este éxito inicial responde a la curiosidad del primer capítulo. Si lo que viene luego no gana en calidad argumental, la veo desplazada al público de tarde. No puede ser que todos los protagonistas sean bobos de remate, donde sobrevuela un aire de tebeo, pero del TBO de su época. De momento no han sabido encontrar un punto de tensión. Y por favor, en TVE exageraron al ponerle el adjetivo de berlanguiano. ¿Como El verdugo? ¡Hombre!