Después de lo que se sabe sobre la corrupción en Valencia, ahora resulta que Camps es un modelo. ¿De qué y para quién? Cotino le compara con Galileo que "aún teniendo razón, fue acusado, obligado a confesar y condenado a arresto domiciliario de por vida". Siendo del Opus, un poco más y le compara con Jesucristo. Rajoy ha declarado que, con su dimisión, Camps "ha dado la talla", expresión que, con los trajes de por medio, no deja de ser poco afortunada. Todo para decirle al dimisionario que no es un cadáver político, que tiene futuro. Dos perlas entre otras muchas del argumentario preparado por el aparato del PP, que sus principales representantes propagan cuanto pueden. Un argumentario elaborado para convertir en blanco lo que es negro, en una hazaña lo que no es sino una historia lamentable que resume lo peor de la vida política, una historia de esas que hacen que los españoles califiquen a los políticos como problema. Mentir, falsear, vender gato por liebre, como hicieron tras el 11-M, debería escarmentar. Dos de los que se sentarán en el banquillo con Camps ya han aceptado ante el juez su culpabilidad. El tercero, Costa, no lo hizo porque no se fió de su mentor, pero estaba dispuesto a hacerlo. Y Rajoy parece liberado de una pesada carga y su estado mayor proclama las virtudes resolutivas de su líder. Todo huele mal. Pero la estrategia del PP solo tendrá éxito en el convencimiento de que los españoles hemos perdido el olfato y un mínimo sentido de lo que es exigible en política: que nos respeten, que no nos tomen por imbéciles.Profesor de universidad