Decía el recién designado consejero de Economía del Gobierno de Aragón que debemos incrementar la valoración social de los empresarios. La pregunta que habría que hacerse es, si a los empresarios, a determinados empresarios, les importa algo la valoración que la sociedad tenga de ellos. A los propietarios y gerentes de Ryanair, no.

Ryanair es un ejemplo de empresa emprendedora, creadora de negocio, de empleo, imaginativa y rentable. También es un ejemplo de empresa poco respetuosa con sus clientes a los que acostumbra a castigar con todo tipo de tasas, cobros indebidos, dificultades para viajar, impedimentos de última hora, exigencias ilegales, etc. como demuestran las numerosas sanciones que han recaído sobre esta compañía en los últimos años. Tanto es así, que las organizaciones de consumidores vamos a tener que crear departamentos especializados en Ryanair para dar respuesta a las numerosas reclamaciones que su actuación diaria genera.

PERO RYANAIR ES especialmente hábil en dos estrategias empresariales que pocas compañías emplean con tal desvergüenza y reiteración. La primera es el gran partido que le sacan a las provocaciones en los medios de comunicación. Cada declaración absurda de Ryanair se traduce en cientos de referencias, ríos de tinta, horas de atención mediática, sin prácticamente ningún coste. Ryanair dice que eliminará un piloto, que cobrará por ir al servicio, que pondrá en servicio aviones con plazas de pie, que se va de un aeropuerto... o cualquier otra barbaridad que se les ocurre y todos nos ponemos a criticarlos y ponerlos a caer de un burro. ¿Consecuencia? Ryanair consigue aparecer como la compañía de referencia en el sector de vuelos baratos y una presencia en medios que las demás empresas, mucho más sensatas en sus declaraciones, tienen que pagar a precio de oro.

La segunda estrategia es el uso sin complejos de la amenaza. Le han cogido la medida a los políticos españoles. Aprovechando la proliferación de infraestructuras aéreas innecesarias en todo el territorio español, se han dedicado a subastar sus vuelos al mejor postor. Y en la época de vacas gordas nuestros representantes cayeron en la trampa encantados. No importaba que para ello tuvieran que bordear la ley, maquillando como publicidad lo que es una subvención pura y dura. Tampoco importaba que con el dinero de todos los ciudadanos, incluidos los de menor poder adquisitivo que nunca en su vida viajarán en avión, se estén subvencionando las vacaciones, tanto de españoles como de extranjeros.

AHORA, SI el político de turno quiere que siga funcionando su aeropuerto, o paga más o Ryanair se va. Su atrevimiento llega al extremo de exigir a las autoridades autonómicas que no se les multe, aun cuando incurra en acciones sancionables según nuestro ordenamiento jurídico. El resto de las empresas suelen hacerlo de tapadillo, esta compañía lo hace mediante un comunicado a la prensa. Sin ningún pudor y sin que, por cierto, ningún fiscal haya visto indicios de delito en ello.

La Unión de Consumidores de Aragón no va a contribuir a dar cuerpo a la amenaza de esta empresa tan emprendedora e imaginativa. No nos engañemos: se irán o se quedarán en función del negocio que genere Zaragoza y de la rentabilidad del mismo. Ahora, lo que hay que decidir es si seguimos colaborando en el incremento de su cuenta de resultados, subvencionando a los viajeros aéreos o no. En el último año nos han costado 11 euros a cada uno, casi 4,5 millones de euros que tenemos que pagar todos. ¿Cuántos colegios son eso?

Presidente de la Unión de Consumidores de Aragón