En un año el número de personas ocupadas en Aragón ha disminuido más de un 5%. Esta disminución es producida por la expulsión del mercado de trabajo vía despido o no renovación de contrato. Pero a esta situación difícil a la que se enfrentan miles de personas se añade la incapacidad del sistema para absorber a los jóvenes que una vez terminada su permanencia en el sistema educativo, se incorporan a la población activa.

Así, en el primer trimestre de este año 2011, 115.500 aragoneses y aragonesas se encuentran en paro, que alcanza una tasa del 19,75 %, la más alta en 25 años. Desde el primer trimestre de 2009, el número de jóvenes, entre 16 y 29 años, ocupados ha disminuido en 26.000. Entre esas edades el número de parados asciende a 40.190; el 34,80% de la población parada total.

El número de personas sin trabajo sigue incrementándose en todos los sectores, pero sigue siendo grave la situación en la construcción (incrementa su número de parados un 17% en este año) y en la industria (aumenta el 12,55%)

Este es el resultado de las políticas económicas restrictivas, recortes sociales y laminación de derechos laborales que se predican desde la UE y se aplican con esmero en España. ¿Indignación? Es posible que la manifestada hasta ahora sea todavía una ínfima parte de la que se está cociendo en el seno de nuestra sociedad.

¿Cuándo caerán en cuenta los gobernantes de una izquierda devaluada por sus prácticas y los aspirantes de una derecha rampante, de que las cosas no pueden seguir así? Las políticas económicas desarrolladas y las que se propugnan, están demostrando su total falta de eficiencia para resolver los problemas reales de la mayoría de la población.

La grandes corporaciones empresariales están mejorando sus cuentas de resultados y reparten más dividendos. Los bancos y cajas siguen teniéndonos en un sinvivir después de la que han montado. Mientras, la mayoría de la población está sufriendo en carnes propias, o de personas muy cercanas, la dureza de una crisis que parece no tener fin.

A ver si el clamor del descontento, la exigencia de cambios, son escuchados por los que han recibido el mandato popular para gobernar nuestras instituciones, por los empresarios, por las entidades financieras

Secretario general de CCOO-Aragón