No digo que sea más importante que el anuncio de las próximas elecciones, pero sin duda tiene su trascendencia: que Ferran Adrià haya cerrado El Bulli, el mejor restaurante del mundo, es un hecho insólito en España. Ayer ofreció su última cena a un puñado de amigos. No me hubiera importado haber ocupado una silla..

Estos días La 2 nos ha ofrecido la colección completa de una serie de capítulos realizados para explicar qué es este lugar de la Costa Brava, donde gente de todo el mundo acude (acudía) casi en peregrinación, después de meses de esperar su turno en una lista más solicitada que una butaca en el Camp Nou en una final de Champions. Alguien tuvo la ocurrencia de grabar películas en Super8 y en vídeo luego, sobre lo que se cocía en las cocinas de este garito con aspecto de merendero de playa. Con todo ese material y grabaciones actuales, se compuso la historia en capítulos de El Bulli y sus creadores. Asombroso.

Luego, el resto ya lo conocen. Ferran Adrià ha sido declarado varios años el mejor cocinero del mundo. Ahora cierran para crear una fundación y dedicar el tiempo a elaborar otros modelos de negocio. Parece mentira. ¿No iba bien El Bulli? Como un tiro. Pegar un giro a este proyecto es muy poco español, muy poco latino. Supone ver el futuro con veinte años de anticipación. Ferran Adrià es uno de los cerebros más lúcidos de este país, un patrimonio cultural y empresarial asombroso. Espero que lo mimen, mande quien mande. No estamos tan sobrados de mentes lúcidas.