Estaba yo tan tranquila cerca del mar en territorios lejanos cuando se me ocurrió (un día nublado) conectar el portátil y mirar mi correo. Una invasión de e-mails con el asunto explícito de "Vadillo dimisión" me sorprendió y me hizo pasar toda la tarde abriendo mensajes y navegando por la red, intrigadísima por quién podía ser este personaje desconocido que concitaba semejante repulsa social.

En contra de mi costumbre de no romper la paz de mis vacaciones, he hecho una excepción y recojo el guante de mi admirado Joaquín Carbonell, quien en Facebook (que está que arde con este asunto) se preguntaba dónde están los airados columnistas, los escritores, los artistas, los intelectuales y demás representantes de la cultura aragonesa, que no dicen nada. En primer lugar, se me ocurre pensar que la mayoría estarán desconectados de vacaciones; y en segundo lugar, hay que reconocer que en el grupo abierto por mi respetado amigo y dramaturgo Mariano Anós, ya se pueden ver adhesiones importantes de personas señaladas en el ámbito cultural de nuestra tierra. Ni que decir tiene que entre las cerca de mil peticiones de dimisión del director general de Cultura, más de la mitad poseen un currículo más serio que el suyo.

Este señor no tiene, que se conozca, publicaciones en editoriales conocidas, de prestigio o universitarias. Su mayor cualidad parece ser la de "opinador" full time en medios digitales afines de ideología ultra conservadora. Nunca, que se sepa, ha sido contratado como columnista de opinión de periódicos en papel, ni como colaborador fijo en medios de comunicación importantes. Su papel se circunscribe al vertiginoso mundo de la llamada prensa digital que cobija bajo su manto a todo aquel que no puede tener acceso a los medios serios de opinión. Escribe mal, utiliza el insulto como desahogo infantil, y falta al respeto a la sociedad aragonesa con sus diatribas de neocon pretendidamente ilustrado. Un personaje así puede opinar, escribir, insultar, despreciar y alardear de su ideología como persona privada, pero nunca puede ser un gestor de una administración pública, y menos llevar las riendas de la cultura desde el Gobierno de Aragón. Riendas que le ha otorgado de una manera muy laxa la consejera del ramo.

Vadillo ha demostrado ser un provocador y no conviene tener provocadores en un gobierno, ni al PP-PAR, ni al PSOE, ni a IU ni a CHA. Solo hay que leer sus escritos en Libertad Digital y ver la pesadísima entrevista que le hacen en Periodista digital (está en Youtube). Se muestra arrogante, mediocre, ególatra e ignorante de los hechos históricos. Lo mejor es que lo mantengan como asesor mayor del reino en la sede del PP. "Tiene una altísima capacidad de trabajo", según Dolores Serrat, (¡Ojo!: todos los ambiciosos sin escrúpulos la tienen y le puede quitar el puesto) y que su sueldo no salga de los impuestos de todos los aragoneses sino del partido que lo utiliza. Periodista y escritora