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SENTIDO COMÚN

Samuel Barraguer

Coherencia imperdonable

La política encumbra a quien la ejerce con la misma facilidad con la que le destruye. El paso de uno a otro extremo se da en ocasiones tras garrafales errores. Pero suele explicarse más por detalles. Menudencias que, sin embargo, se agigantan hasta engullir a sus responsables. Sobran ejemplos en nuestra historia reciente y el último lo encarna la ya expresidenta del PP vasco, Arantza Quiroga Heredera del sufrimiento que esta formación y también el PSOE padecieron bajo el yugo terrorista, quiso significarse como "vanguardia" en su comunidad, impulsando una ponencia parlamentaria "de Libertad y Convivencia". Una forma de dar vida a un foro en el que cupieran todos, incluida la izquierda abertzale. Ya no hubo lugar para más. A ojos de sus jefes en Madrid y de algunos correligionarios vascos, había cometido dos equivocaciones imperdonables: no comunicar antes sus planes y, lo que es peor, llegar siquiera a pensarlos, pues la suya no pasaba aún de ser una declaración de intenciones. El resultado ya es conocido, pero deja en el aire una lección de coherencia, muy inusual en estos tiempos. Quizá es porque se pueda permitir vivir de otra cosa, pero, convencida de que su propuesta es el camino para sellar la paz en su tierra, Quiroga no solo se apea de la presidencia de su partido, sino que abandona la carrera política. Una plausible decisión, que evidencia que aún hay quien defiende sus ideas por encima de conveniencias personales u electorales y que, cuando se pone, la política es inmisericorde.

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