Muerto de amor en un círculo de tiza. La historia del niño Huilang Ji que Li Xingdao cuenta en la pieza de teatro chino del siglo XIV, El círculo de tiza, fue recuperada para occidente, en concreto para la escena berlinesa, hacia 1900, antes de que Bertolt Brecht, estando en USA, la reelaborara en El círculo de tiza caucasiano (1948). El texto de Xingdao contiene un relato con fuertes componentes folclóricos, ostensiblemente misóginos, como es frecuente en la narrativa tradicional oriental y en el Antiguo Testamento. De hecho, la historia del niño Huilang Ji es un juicio salomónico: dos mujeres -la malísima madrastra y la prostituida madre biológica- se disputan la maternidad del niño. El juez decide encerrar a Huilang en un círculo de tiza y obligar a las mujeres a que tiren fuerte de sus brazos. La que consiga sacar al niño del círculo será finalmente la madre. Es obvio que aquella mujer-madre que más quiere al hijo es la que renuncia a zarandearlo y despedazarlo. Este motivo folclórico constituye el núcleo del argumento de una de las películas favoritas para los Oscar: Moonlight (2016) de Barry Jenkins (Miami, 1979). Little (Chiron) es hijo de una madre soltera adicta al crack y encuentra cobijo maternal en casa de otra mujer, Teresa. Pero dejemos de lado a las madres y pensemos en el hijo encerrado en el círculo de tiza. La historia de ese niño -chino o afro-cubano-americano- es la que nos cuenta la película Moonlight: un niño muerto de amor y de miedo en su círculo de tiza. El círculo de la claridad de la luna (moonlight) es la versión cinematográfica del salomónico círculo del cuento chino.

Todos los actores de esta película son negros, pero no creo que domine en el film una reivindicación social o racial. Es más cierto que, negro sobre blanco, la metáfora del brillante círculo de tiza de la luna luce en todo su esplendor de miedo, soledad y amor. En verdad, estos negros bajo el círculo de la luna no son negros, son azules. Moonlight: la historia de un niño azul. Azul, como todos los niños que están en el interior del círculo de tiza, como todos los niños-hombres azules y melancólicos en el centro de historias familiares y sexuales que les han sido prescritas, sin más. Azul, como todos y todas. Azul luce el actor Maheshala Alí (Juan) y azul se ve Trevante Rhodes (Black), tan fuerte, solitario y enamorado como un nuevo King Kong sin chica, sin celos, sin furia y gay.

Chus Tudelilla ha titulado Círculo de tiza la exposición de obra plástica de quince destacadas artistas que se inauguró el pasado jueves nueve de febrero en el Edificio Paraninfo y que ha sido auspiciada por Yolanda Polo, Vicerrectora de Cultura y Proyección Social de la Universidad de Zaragoza. Círculo de tiza. Imágenes y voces que interrogan exhibe obras de Alicia Vela, Sylvia Pennings, María Enfedaque, Louisa Holecz, Teresa Salcedo, Julia Dorado, Charo Pradas, Cristina Silván, Lina Vila, Sandra Montero, María Buil, Gema Rupérez, Vicky Méndiz y Señor Cifrián. Esta es una exposición con contenido, una exposición que propone conceptos y que ensaya preguntas y tal vez en las preguntas algunas respuestas. Tudelilla hace vibrar las dos salas del Paraninfo que acogen estos cuadros, fotografías, tapices, tejidos, esculturas, instalaciones y murales. Ha preparado un cuidado catálogo para el que ha escrito un esclarecedor artículo introductorio: desde el punto de vista de la crítica cultural feminista repasa algunos de los principios en los que se han basado la ciencia médica y los estudios antropológicos sobre la mujer. Luego presenta y comenta cada una de las piezas de la exposición iluminándolas, a la manera de Benjamin. En el catálogo colaboran mujeres expertas en diferentes disciplinas y diferentes ámbitos profesionales. Todas proponen sus preguntas: ¿Tenemos derecho a ser malas? (Cristina Monge), ¿Es posible desarrollar una carrera profesional en el periodismo siendo, a la vez, madre y no morir en el intento? (María Angulo), ¿Valoramos realmente la excelencia femenina? o ¿Superdotadas, para qué? (Belén Palanco), ¿Qué más podemos hacer para superar la discriminación sexista en el sistema del arte? (Rocío de la Villa, Susana Blas Brunel), ¿Hay que seguir promoviendo los estudios de género?(Concha Lomba).

Aquí son las mujeres las que ocupan el centro del círculo de tiza y allí están, creando imágenes de un amor tumultuoso, moderno y azul, el que Baudelaire describió como «esta santa prostitución del alma que se da por completo». El amor del que crea desde el zarandeo de la multitud y haciendo frente a los discursos de los otros: la maternidad destructiva que pinta María Buil; la extraña gestación de los fetos y los óvulos de Charo Pradas; los damascos y brocados torturados de Louisa Holecz; el teléfono móvil instalado por Gema Rupérez, que suena porque un hombre está llamando a un número de la sección de contactos; las mujeres con hombres a cuestas de Lina Vila… Mujeres enamoradas de la vida en su círculo de tiza. Mujeres como negros azules. Mujeres de muchos colores.

*Profesora de universidad