Si está leyendo esto es que lee, una rareza. Como la secta de lectores es minoritaria (cabe en el Bernabeu, según Vargas Llosa), y no digamos la de lectores en papel, nos comunicamos celosamente nuestros hallazgos para no perdernos en la selva de publicaciones. Yo he encontrado algo, no sé si le servirá. Dos libros del israelí Yuval Noah Harari: Sapiens y Homo Deus. Me asombran los judíos, capaces de engendrar personajes tan cerriles e intransigentes como Netanyahu y pacifistas como Grossman, que perdió un hijo de 20 años en la guerra del sur de Líbano y perdonó. Los judíos son la población minoritaria que consigue más premios Nobel en todas las disciplinas.

En Homo Deus se hacen predicciones tan arriesgadas como argumentadas sobre el futuro. Es un libro intencionadamente provocador. Vea una muestra: «Por primera vez en la historia, mueren más personas por comer demasiado que por no comer, y más por suicidio que por asesinato a manos de la suma de soldados, terroristas y criminales». Para Harari el futuro está basado en el crecimiento económico, que tuvo tres pilares: materias primas, energía y conocimiento. Con los nuevos materiales y la tecnología, las materias primas pierden importancia, por eso hay menos guerras, cuyo objetivo fue controlar las fuentes de producción. La energía fósil se extingue y sus desechos colapsarán la ecología terrestre. Sin embargo, el conocimiento, cuanto más se usa más se tiene. Con estas premisas el futuro será de los que dominen las energías limpias y el conocimiento.

Traslademos esta premisa a España. Carecemos de petróleo y gas, y el carbón, aunque nos duela, está obsoleto. Después de Fukushima, por si se había olvidado, sabemos que las nucleares son una bomba. Eso sí, tenemos buen régimen de vientos (no sé si este domingo soplará el cierzo) y la mayor radiación solar de Europa. Viento y sol inagotables y gratuitos. Sin embargo vamos a la zaga en instalaciones energéticas limpias. El gobierno decretó una moratoria sobre las renovables, pese a que nuestra electricidad es de las más caras de Europa. Incluso pagamos una indescifrable y sospechosa factura a las eléctricas por el déficit de tarifa; es decir, que el pseudomonopolio eléctrico pierde dinero, pobre. Además no hay una regulación razonable que favorezca el autoconsumo, un asunto que puede generar miles de puestos de trabajo. Es cierto que Zapatero programó renovables con beneficios inflados, pero nos puso a la cabeza de una tecnología puntera. Hoy las eléctricas españolas construyen parques eólicos y fotovoltaicos en todo el mundo, menos aquí. Para que no se perjudique el negocio eléctrico español, las compañías fichan para sus consejos de administración a políticos renombrados. Dieron mal ejemplo González y Aznar y se abrió la veda. Los políticos jubilados aparcan en consejos de eléctricas, antes en las cajas de ahorro, los envían a Europa o van a vegetar en el senado, una institución tan cara como inútil. La otra pata del futuro es el conocimiento, que consiste en una educación sólida y versátil, dinero para la investigación y trasferencia tecnológica a la industria. Estamos a las puertas de grandes hallazgos en biotecnología, inteligencia artificial, nuevos materiales, almacenamiento energético... Los países que apuesten por nuevas energías y conocimiento encabezarán el futuro.

*Escritor