La recogida de avales para las elecciones primarias del Partido Socialista ha concluido con una importantísima movilización del militante, lo cual quiere decir que en el PSOE hay ganas de votar para renovar o reafirmar liderazgos. Esa es la verdadera noticia de estos días, más allá de la guerra de cifras, que creo que alimenta más titulares de prensa que espíritus socialistas. Si algo destaca de este proceso es la ilusión que he percibido en la militancia y que se ha plasmado en miles y miles de participantes: tenemos un partido vivo. Desde que Pedro Sánchez nos comunicó su voluntad de optar de nuevo a la dirección del PSOE, de la que fue apeado en el comité federal de infausto recuerdo de octubre pasado, he apoyado el proyecto que lidera porque considero que es el único capaz de continuar con la renovación y la consolidación de un proyecto socialdemócrata que encaje en la España del siglo XXI.

En el recorrido por nuestras sedes en Aragón me he encontrado con una gran receptividad e innumerables muestras de cercanía, respeto y consideración a quienes hemos seguido trabajando con el ex secretario general. Miles y miles de militantes ven en su figura un liderazgo consustancial, forjado en experiencia política e institucional, en carisma personal, pero sobre todo en valores, principios, ideas… Y en los últimos días presentando nuestras propuestas en el territorio me ha quedado algo muy claro: Pedro Sanchez y su equipo generan ilusión y esperanza. Ilusión por hacer del PSOE un partido fuerte, capaz de ser la alternativa al PP y alejado de los populismos de Podemos. El otro día, en Teruel, un veterano socialista, un señor bastante mayor, me decía: «Tenéis que seguir, sin miedo a la gestora ni a nadie, tenéis que ganar por nosotros, por los que hemos luchado tanto tiempo, sois nuestra esperanza». Me emocionó esa muestra de apoyo.

Pese a que los aparatos de determinadas comunidades se han escorado descaradamente en contra de Sánchez y a favor de una candidata llamémosle oficialista, los militantes son ciudadanos maduros, con criterio propio, que han sabido apreciar las virtudes de un verdadero líder que cogió las riendas del partido en caída libre y supo parar la sangría sin desnaturalizar el proyecto de izquierdas y sin caer en maniqueísmos: defendió un programa político aprobado por todos sin purgas innecesarias, integrador. Somos, me incluyo, el ala coherente del partido: los que hacemos lo que decimos, aun a riesgo de ser apartados, conducidos al ostracismo por ser incómodos. Los avales que ha recibido Sánchez los hemos recogido como un voto de confianza a la coherencia.

Esta semana, los socialistas «coherentes» hemos encontrado un nuevo motivo para mantenernos en nuestra posición frente al Gobierno de la derecha, que en mi caso se concretó no aceptando la abstención que facilitó la investidura de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno ha sacado la chequera para garantizarse el voto del nacionalismo canario y vasco a unos Presupuestos Generales del Estado que además de ser insuficientes para todos los españoles son de facto discriminatorios para comunidades como Aragón, donde siempre nos hemos mantenido fieles al proyecto común. Esperando la convocatoria de una comisión bilateral que aparece reconocida en el Estatuto de Autonomía pero que lleva cinco años sin reunirse, nuestro presidente autonómico, Javier Lambán, confiaba en un acuerdo de financiación específico para la comunidad aragonesa, según dijo en su discurso con motivo del reciente Día de San Jorge. Si entonces era casi imposible, hoy es directamente una entelequia, después de que Coalición Canaria y el PNV hayan pactado esa lluvia de millones. Los socialistas no podemos ser corresponsables de estas asimetrías a la carta por mera conveniencia de un partido aferrado al poder.

Quienes apoyamos a Pedro Sánchez y ostentamos responsabilidades institucionales tenemos muy presente el error que cometió el PSOE en otoño pasado dando un cheque en blanco al PP de Rajoy, y por eso queremos reponer en su cargo al líder elegido por la militancia, con la legitimidad que da un proceso de primarias, participativo, abierto, ilusionante. Salimos a ganar convencidos de que si perdemos continuaremos siendo depurados, como ya lo fuimos cuando votamos no a Rajoy, pero más convencidos aún de que estamos en la obligación de corresponder a tantos miles y miles de militantes y de simpatizantes que esperan de nosotros justamente lo que estamos haciendo: defender un PSOE de izquierdas nucleado en torno a la figura de un líder de verdad.

Decía un miembro de la tercera candidatura en liza para la secretaria general, la de Patxi López, que los avales no eran siquiera una meta volante, sino un punto de partida. Discrepo: los 57.369 recogidos para apoyar a Pedro Sánchez son una vitamina auténtica para todos aquellos socialistas que sin parafernalia alguna pero con mucho convencimiento abogamos por reponerlo en el puesto del que fue expulsado por el mero hecho de incomodar a la parte más anquilosada de nuestro partido. Y a la vista de los últimos acontecimientos tiendo mi mano al propio López: sería un orgullo y un honor compartir camino para construir un PSOE creíble, coherente y de izquierdas. Lo importante no es que el 21 de mayo gane un nombre, lo importante es que gane un proyecto para el PSOE del siglo XXI La unidad se puede construir ya. Quienes defendemos que la abstención al PP fue un error podemos caminar juntos.

*Diputada del PSOE