La educación es el cimiento del futuro. Cualquier gobierno debería potenciar la educación pública sin injerencias de los jueces ni de la Iglesia. Una parte de la Iglesia se enaltece ayudando a los desfavorecidos, cuya insignia es Cáritas; otra lucha encarnizadamente cuando peligran sus privilegios. Como este debate durará lustros, añado algunos matices.

1. Antes de los años sesenta solo estudiaban los hijos de las clases adineradas. A finales de los sesenta, la industrialización requirió técnicos y se facilitó que estudiaran los hijos de la clases media y baja.

2. La cantidad de centros privados concertados en España, sin parangón en Europa, se debe a la política franquista. En pleno éxodo rural, cuando se multiplicó la población emigrante en barrios como San José, Delicias, Las Fuentes, etc., no se construyeron colegios y la alta demanda incentivó el negocio de los colegios religiosos, priorizados por el régimen. Por ejemplo, en Zaragoza, hasta entrados los 70, los únicos institutos públicos eran el Goya y el Servet .

3. Una parte de los centros concertados atiende al entorno social del barrio, independientemente de que el alumnado sea emigrante o minoría étnica. Para ellos, mi respeto. Otra parte practica el elitismo económico y procura nutrirse de clases medias y altas. Evita mediante pagos indirectos, donaciones, extraescolares, uniformes, etc., a inmigrantes, minorías étnicas y clases bajas.

4. La escuela pública acogió porcentualmente a la mayoría de emigrantes y minorías. Se han creado centros gueto, que eran rechazados por los padres. La llegada masiva de emigrantes en décadas anteriores, hoy sucede al contrario, se derivó hacia la escuela pública.

5. La razón subyacente para rechazar los centros públicos, aunque no se diga en voz alta por sonar incorrecta, no es ideológica ni religiosa. Le doy formato oral porque la he oído decenas de veces: «A tu centro no llevo a mi hijo porque van muchos emigrantes, negros y gitanos».

6. No hay una distribución equitativa del alumnado con necesidades educativas especiales por dejación de la administración. Una fórmula equitativa sería exigir a los concertados los mismos porcentajes de población con necesidades educativas especiales que tienen sus centros públicos de referencia.

7. He conocido a excelentes profesores en la escuela concertada. Es cierto que tienen más horas de docencia y cobran algo menos que la pública. Sin embargo, no tienen que pasar por el calvario y el azar de las oposiciones, la larguísima interinidad y su destino es una localidad grande o una capital. En la pública, en algunas especialidades, se accede a la capital con veinticinco años de antigüedad. Tampoco comprendo que para ejercer en la concertada exijan a veces la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica. La idoneidad eclesiástica no influye al impartir matemáticas o inglés.

8. En los pueblos pequeños no hay escuela concertada porque no es negocio, por lo tanto es la administración quien sostiene el derecho a la educación y los profesores de la pública los que la imparten en escuelas incompletas, alejadas y con itinerancias.

Hemos conseguido un sistema sanitario público,aunque perfectible, de primer nivel. Tenemos que alcanzar la misma cualificación en el sistema educativo público, como garantía de igualdad y plataforma de progreso.

*Escritor