Cuando lo normal es el conflicto

En todos los territorios ideológicos y políticos la lucha se dirije, simultánea y bifronte, contra el exterior y el interior. PP y Cs, PSOE y Unidos Podemos, PDECat y Esquerra configuran otros tantos bloques que pugnan entre sí mientras sus respectivos integrantes se disputan sin contemplaciones la correspondiente hegemonía. Véanse, ahora mismo, las hostilidades desatadas entre las derechas, con los de Rajoy atizándoles sin disimulo a los de Rivera, que (¡oh, milagro!) ya empiezan a verse señalados por la financiación del partido y otras cosillas que el inefable Hernando, portavoz parlamentario del PP, comenta con esa mala hostia suya tan... peculiar.

Pero esto no es tanto el reflejo de un conflicto estructural y crónico como de la nueva normalidad. Que incluye, ya que hablamos de la competencia entre PP y Cs, grandes alharacas recentralizadoras, la determinación gubernamental de procesar a media Cataluña para acabar con el independentismo como sea, y pretensiones censoras que han llevado al CNI a considerar las noticias falsas o manipuladas (¿también las de TVE, citando investigaciones de la Guardia Civil?) un gran riesgo para la seguridad nacional.

Habrá que acostumbrarse. A todo. Incluso a contemplar sin inmutarnos lo que hace unos años hubiésemos considerado una agresión insoportable. El derrumbamiento del sistema público de pensiones, por ejemplo. Estaba escrito en los programas máximos del ultraliberalismo fáctico (el que quiere convertir las aspiraciones de la mayoría en un gran negocio a beneficio de la más selecta minoría) que era preciso privatizar las cajas de ahorro, devaluar y destruir la Seguridad Social y barrenar la sanidad pública. La primera meta ha sido alcanzada (las cajas fueron reventadas desde dentro). La segunda ya la tocan con la punta de los dedos los gestores de planes de pensiones privados. Y la tercera, la que más resistencia ha generado, caerá como fruta madura.

No se asusten, es la nueva realidad monda y lironda. Ley de la selva, y el que más chufle, capador.