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Mucho cardenal y poco obispo

El que fuera secretario general de los socialistas y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo el mismo día que decía adiós a la política que «los españoles somos gente que enterramos muy bien». No hay como abandonar esta vida para que se cubra el féretro de loas. Tenía razón. Los funerales suelen ser un último acto en el que es fácil controlar las presencias y las ausencias. Sobre todo si se es un mero espectador. Las exequias del expresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y arzobispo emérito de Zaragoza, Elías Yanes, fueron un ejemplo. Hacía tiempo que no se veía tanta púrpura en la basílica del Pilar, pero no tanta como parece que hubiera merecido el personaje histórico que tanto se destacó tras su muerte. De los 10 cardenales que hay en España, solo los 4 en activo concelebraron la ceremonia junto a 2 eméritos, estos últimos no precisamente en la misma línea ideológicoeclesiástica del finado. De los 17 arzobispos (12 en activo y 5 eméritos) acudieron 7 y de los 74 obispos diocesanos (entre activos y eméritos), asistieron 22. Todos habían tenido alguna relación con el fallecido: o representaban a su diócesis de origen, a alguno de sus destinos o habían pasado por la archidiócesis zaragozana. Llamativa fue la ausencia de responsables de diócesis vascas y, de las catalanas, solo el arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, aragonés y su discípulo, y los obispos de Lérida, actual y emérito. Por no estar ni el nuncio de Francisco en España, Renzo Fratini, quien excusó su asistencia. El hombre al que el Papa le pagaba los viajes a Roma no tuvo delegado vaticano. H *Periodista

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