La rueda
Mayo del 68
Se celebra en estos días el 50º aniversario de Mayo del 68, la mítica revuelta estudiantil que tuvo lugar en París, que puso al país patas arribas y que provocó una primavera intelectual, cultural y artística que tuvo resonancias en todo el mundo. Voy leyendo con mucho interés los artículos donde los protagonistas de Mayo del 68 (y sus coetáneos) analizan, matizan, ensalzan, desmitifican o renuncian a aquella revuelta. Pero las revoluciones no son de los que las hacen sino de los que las heredan. No son de los que las vivieron y luego renunciaron a ellas y más tarde teorizaron y sacaron conclusiones, son de sus herederos, de los que recibieron ese legado sin haberlo pedido y sin saber demasiado bien lo que significaba.
Al mismo tiempo que nos contaban cuentos de hadas, que veíamos películas de Disney o de Steven Spielberg y que leíamos los cómics de Tintín y de Astérix, nuestros padres nos explicaban Mayo del 68, escuchaban a Georges Brassens y a Barbara y, cuando íbamos de viaje a París, nos llevaban a desayunar al Deux Magots o al Flore y nos señalaban el rincón en el que solían sentarse Jean-Paul Sartre y el Castor. Hay hijos de la guerra civil y hay hijos de Mayo del 68, ya hay incluso nietos. Nosotros somos las verdaderas víctimas o beneficiarios de aquella revolución porque no la elegimos y, cuando algunos de sus protagonistas empezaron a envejecer y a arrepentirse (la revolución, en general, no es país para viejos), nosotros ya estábamos lejos de casa, haciendo nuestra vida, portadores involuntarios de unas ansias y unos deseos (de libertad, de belleza, de placer, de igualdad y de justicia social) que en nosotros, por ser inoculados, transmitidos a la vez que la leche en polvo (las mujeres por aquel entonces y en aquel mundo no daban de mamar, preferían ir al cine o escribir libros) y las buenas maneras, no desaparecerían nunca.
Mayo del 68 fue una revuelta triunfante porque ninguno de sus herederos, ni siquiera el apuesto y viril Macron, han renunciado a ella.
¿Qué les habremos legado ya a nuestros hijos sin saberlo y qué historias familiares y lejanas resonarán en nuestros nietos? H *Escritora