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El Independiente

José Luis Trasobares

Supremacismo... pero de verdad

De la misma manera que populismo es un término de origen sudamericano y referido a determinadas concepciones políticas experimentadas allá, supremacismo es un palabro made in USA. Sirve para designar las políticas ultraderechistas, racistas y violentas de las organizaciones blancas tipo Klan, milicias, neonazis y en general a quienes preconizan la superioridad de la raza caucásica y la subordinación a la misma de negros, orientales y latinos. Tradicionalmente ha mantenido cierta sinergia con el ala más neocón y agresiva del Partido Republicano. Antes el Tea Party y ahora Trump y buena parte del movimiento alt right están en esa onda.

De populismo y supremacismo se habla en España con escasa propiedad. Pero ahora no voy a entrar en eso. Prefiero seguir con el presidente norteamericano y su visión colonialista del orden mundial. Porque no estamos ante un majara ni un simple provocador, sino ante un sujeto que tiene como designio convertir a los Estados Unidos en una versión posmoderna de la Gran Bretaña victoriana: un imperio global con capacidad para convertir su poderío militar en un instrumento de dominación económica. En la segunda mitad del siglo XIX, los ingleses lo lograron no solo ocupando otros países, sino imponiendo fortísimos aranceles a las mercancías ajenas y logrando para las propias tasas apenas simbólicas. Así destruyeron buena parte del planeta (India, África Oriental y del Sur, China...). Todavía hoy gran parte de los conflictos que asolan el mundo tienen su origen en aquella orgía... supremacista.

Trump quiere imponer un dominio imperial. Pretende convertir a Europa en su criada, doblegar a Rusia y China, saquear los recursos que aún quedan en la Tierra (que además cada vez son más escasos). Y cuando exige más gasto militar (por ejemplo a España) da por sobreentendido que ello se traducirá en compras masivas de sus aviones, tanques y sistemas de armas. Ningunea a May, la británica. Desprecia a Merkel, la alemana. Insulta, delira, impone. Es auténtico, desde luego.

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