El debate social que se ha generado en relación al tema de la violencia de género es cuanto menos una forma de vulnerar la integridad, en especial de la mujer en su igualdad con respecto al hombre, y esto que no es un invento novedoso ni de España, conforma esa lucha abierta por parte de algunos para que la posición privilegiada del hombre continúe manteniéndose.

Hemos de decir que la violencia de género ya la contempló Naciones Unidas en sus resoluciones 34/180 del 18 de diciembre de 1979, y 48/104 del 20 de diciembre de 1993, está referida en especial a la violencia contra la mujer, que la define como : «Violencia contra la mujer se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la posición arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada».

Así pues, he intentado repasar documentación que me ubique con realidad el protagonismo de la mujer en la Historia de la Humanidad, y debo afirmar que es una tarea compleja, pues es el hombre quien dirige los pasos de las diferentes etapas y sociedades que hemos vivido, y salvo con excepción de Georges Duby, historiador francés que participa en un trabajo colectivo sobre la Historia de las mujeres, poco podemos encontrar que no sea referido a reinas o religiosas, pues incluso en la Edad Media la capacidad intelectual de las mujeres estuvo negada, hasta tal forma que las decisiones sobre su vida correspondían a los hombres que tenían plena posesión de ellas. Este sentido de sometimiento tiene su papel en el derecho de dominio que los señores feudales tenían sobre cualquier mujer que iba a contraer matrimonio para tener relaciones sexuales con ellas se conoce como derecho de pernada, y por supuesto el sacrificado era el novio porque ella era un mero objeto.

De cualquier forma no vamos a entrar en el estudio de cómo la mujer pasaba de una propiedad a otra, primero el padre y luego el marido, que por supuesto había elegido el primero. Hagamos un salto en la Historia y coloquémonos en el siglo XX, recordaremos muchos de nosotros cómo la mujer en toda la dictadura franquista no era un elemento comparable en derechos al hombre, cuando este, ya de por sí, no tenía muchos; cosas tan simples como abrir y manejar una cuenta bancaria, tener un pasaporte para viajar al extranjero y otras lindezas, la mujer las tenía vetadas si no tenía autorización expresa del padre o marido para la realización de estos actos, y esto que tiene un significado de disposición de trámites para la mujer llegaba más lejos; en 1962 la pena para el marido que mataba o causaba lesiones graves a su mujer por adulterio, era de destierro, ni privación de libertad ni nada que se le pareciera. ¡Ya lo decía la canción: «La maté porque era mía»!

Por fortuna, en lo que significa la defensa normativa de la mujer se ha avanzado de manera importante, la Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género 1/2004 de 28 de diciembre, aprobada en el Congreso de los Diputados por unanimidad, fue la primera Ley de este tipo que se aprobaba en Europa y definía su espíritu de la siguiente forma:

«Se trata de la violencia de género que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión».

Por tanto, esta ley orgánica debería en un futuro pasar a ser un recuerdo de una etapa en un camino a conseguir la total igualdad real entre el hombre y la mujer, porque se están generando en estos momentos unas posiciones reivindicativas, que camufladas en matices de indefinición que pregonan que las víctimas lo son con independencia del género, y que las mujeres aprovechan la ley para hacer denuncias falsas. Según la memoria de la Fiscalía General del Estado, entre el 2009 y el 2016 se contabilizaron 1.055.912 denuncias por agresiones machistas, de las cuales se comprobó que 79 eran falsas, es decir un 0,0075%, ¡qué gran aprovechamiento!

Usemos los humanos la inteligencia para reconocer que el mundo será mucho más habitable si los que están son personas, y no hombres por un lado y mujeres súbditas por otro, no queramos retroceder en el tiempo y que la desigualdad se justifique con una injusticia infame, los hombres y mujeres somos la misma especie y por tanto con los mismos derechos y responsabilidades. H *Presidente de Aragonex