Con un par, Josep. Eso sí que son collons. Y es que, si algo nos ha quedado claro de la última intervención televisiva de Borrell para la cadena pública alemana Deutsche Welle, es la esencia catalana. Si un asunto-opinión te incomoda, te disgusta o es contrario a tu pensamiento: «A la mierda», como diría Fernando Fernán Gómez. Media hora de entrevista, y en el minuto 4, nuestro ministro de Exteriores perdía los papeles, montaba en cólera y amenazaba con abandonar el plató ante las preguntas puñeteras del periodista sobre el conflicto catalán. Cierto es que el entrevistador, Tim Sebastian, de imparcial tenía bien poco, y de manipulador muy mucho, pero las formas son las formas, Mr. Borrel, y usted tiene suficientes tablas como para haberlas mantenido, y así salvaguardar la marca España no sólo con la palabra, que lo hizo, sino con los gestos. La manera de combatir la provocación y el sensacionalismo barato y demoledor es la diplomacia, y más aún en su caso como máximo representante de un país al que muchos (medios y políticos europeos, especialmente los alemanes), cuestionan por su incapacidad democrática de resolver un conflicto como el catalán. No entre al trapo y le dé la razón a un individuo que lo que está buscando es generar expectación, ridiculizarle a usted y a su país. Sepa bien en qué jardín se mete. Borrellito, Borrellito, guarde bien su corralito y a su rebañito, y nada de barros, menos aún en programas que llevan por nombre Zona de conflicto. Resulta fácil adivinar a qué tipo de impertinencias puede uno llegarse a exponer.

*Periodista y profesora de universidad