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Escasa ortodoxia municipal

Los reconocimientos extrajudiciales de crédito se pusieron en práctica hace doscientos años

Vamos aproximadamente por unos 24 millones de euros, sobre los que el Ayuntamiento de Zaragoza haya afectado a pagos 170 facturas sin contratos en vigor, de la época del anterior consistorio, sin seguridad plena de que realmente pueda afirmarse aquello de ni están todas las que son, ni son todas las que están, ya que puede desconocerse la totalidad que finalmente aflorará.

Pero no se alarmen nuestros queridos lectores, ya que resulta muy probable que esta práctica habitual, no escrita, pero si consensuada, se iniciara probablemente entre los años 1700 y 1800, a través de nuestros primeros administrativistas.

Y es que determinadas deudas, contraídas por los consistorios salientes, en este caso, podrían calificarse de irregulares en cuanto al procedimiento seguido, pero probablemente creíbles, en cuanto a su realidad.

Se trata de una especie de sombras amenazadoras que siempre se encuentran agazapadas en los dinteles presupuestarios a las cuales se las invita a franquear con la excepcionalidad del acto.

Al consistorio entrante como no suele constarles existencia fehaciente presupuestaria de determinadas deudas contraídas por el organismo saliente, debe asumirlas y tratarlas administrativamente como reconocimientos extrajudiciales de crédito, ya que muy probablemente cuando termine su mandato, en el supuesto de entrada de otro consistorio, dejará los mismos rastros para su sucesor.

Solucionarse pues, como manifiesta la responsable, a través de la aprobación del pleno consistorial, es la opción, pero lo que en realidad constituye es un aumento del presupuesto anterior, eso sí, siempre a cargo del contribuyente, que como puede observarse, resulta corto y sencillo. tanto su planteamiento como su solución.

Pero va siendo hora de que se regulen estas situaciones a través de la fijación de las oportunas normas y se deje de pasar el testigo de unos a otros como si de una carrera de relevos se tratara, ya que no le vendría mal a Zaragoza, convertirse en adalid de una reforma que lleva clamando unos doscientos años...

*Doctor en Derecho

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