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Sala de máquinas

Juan Bolea

PNV: el que come, escapa

Acada legislatura que pasa, el presidente del PNV, Andoni Ortúzar, está de mejor año.

Cuando comparece ante la prensa es como si acabara de regalarse un comilón en algún reputado restaurante de su hermoso y rico país. Pero incluso cuando va a Madrid también sus diputados lo sientan a mesas de cinco tenedores. Sabido es que la mejor merluza (¡a la vasca, qué rica!), donde más fresca se toma es en la capital de ese país que otros llaman España.

De cortar el bacalao y llevarse el género crudo saben un huevo (¡qué ricos los huevos en tortilla de bacalao!) Andoni Ortúzar, su lendakari Urkullu y Aitor Esteban, el portavoz parlamentario del PNV en el Congreso de los Diputados, alias el recaudador de la gestoría política en que se ha convertido este partido católico, burgués y de provincias. Con apenas cinco empleados, ni media docena de diputadillos de los 350 que se sientan en la Cámara, los gourmets o curazos del PNV se siguen llevado los mejores menús presupuestarios y poniéndose las botas en la despensa del gobierno, sin que sus insaciables barrigas tengan jamás suficiente y sean capaces de devorar el edificio del Estado hasta el tejado (¡las tejas, ay qué ricas !).

Si de verdad sus vascas señorías quedan satisfechas, si se han comido a gusto los presupuestos, repetido café y cupo y tirado un viento (¡qué ricos los buñuelos!) para que no se diga que son tan rácanos como Quim Torra o Carles Puigdemont dejan buenas propinas a los camareros de Moncloa.

La última, un voto positivo a la tele prórroga, pero a cambio de que Pedro Sánchez no les cambie de comedor y los meta en el de Ciudadanos, que prefieren la comida rápida. A cambio, también, de que el chef presidente y el pinche de la coleta les sirvan una buena porción de la tarta de esos 16.000 millones que la ministra Montero ha prometido como ayuda a las 17 autonomías.

Por criterios de población, al País Vasco no le corresponderían más de 500. El recaudador ya ha exigido 700 para empezar a sentarse a hablar, a cenar, mejor a comer fuerte (¡que rico el bogavante, el chuletón con sus pimientos!), pues el que come escapa, y con el take away… en dirección a Bilbao.

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