Síguenos en redes sociales:

Tú concilias mejor

Editores de revistas académicas se han visto sorprendidos ante la tendencia detectada en las semanas de confinamiento que lleva a las mujeres académicas a presentar menos trabajos durante la pandemia. Los hombres, sin embargo, han enviado hasta un 50 por ciento más de lo que normalmente harían. Era inimaginable que, con los niños sin colegio, sin poder salir de casa, con sus progenitores teletrabajando en el mejor de los casos, fueran las mujeres quienes asumieran la mayor parte de las responsabilidades familiares.

Ellas, que en situaciones ordinarias de la vida laboral son las que más solicitan los permisos por nacimiento, las reducciones de jornada o las excedencias ¿Qué se esperaba que ocurriera en este periodo excepcional? Y sobre todo ¿Cómo será el futuro inmediato de los cuidados y sobre quién recaerá el mayor peso?

En el comienzo de la cuarentena, las primeras investigaciones mostraban un mayor reparto de tareas domésticas aunque de manera compartimentada. Los hombres haciendo la compra, solo había que darse una vuelta por los supermercados en los días de la hibernación, y ocupados con la ropa, las mujeres centradas en la limpieza, cocina y con las tareas escolares de los hijos. A pesar de avanzar hacia un reparto más equitativo, la implicación masculina parece mayor en las tareas domésticas físicas que en las del cuidado. Ese cuidado que nos persigue a las mujeres desde la infancia como si estuviéremos dotadas genéticamente para ese destino, con un entramado molecular que nos empuja a formar parte del whatsapp del colegio por encima de los varones. No hemos nacido con unas capacidades diferentes por razón de género, soy el claro ejemplo de ello, la renuncia me cuesta el mismo esfuerzo que a un hombre, y mi destreza en muchos supuestos es inferior. Pero muchas lo hemos hecho por presión social, adaptabilidad o el peso de la costumbre.

A menos espacio público para los cuidados se prevé una vuelta de la mujer al ámbito de lo privado. Con lo que ha costado conseguir las cotas de visibilidad y de participación en el PIB de nuestro trabajo, no nos podemos volver a confinar ahí. El cuidado no puede volver a ser invisible, pero tampoco sé si remunerado porque si alguien se queda será la misma de siempre. Y el ritmo de transformación digital, de implicación en la empresa para salir de la crisis no nos permitirá bajarnos del tren para volvernos a subir en un tiempo. O entramos los dos en el hogar o el futuro de la igualdad se va a ver en serias dificultades.

Pulsa para ver más contenido para ti