El lenguaje es la facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos, de esta manera lo define la RAE y así lo entendemos todos. A partir de aquí y según lo que nos dicen algunos expertos, pues no hay quien lo sepa con certeza, la cantidad de idiomas que se hablan en el mundo está alrededor de 6.900. Es cierto que muchos de ellos son hablados por grupos pequeños de individuos, pero son idiomas que sirven a quienes los usan para comunicarse entre ellos y además son un pilar importante en la definición de su cultura.

En la actualidad los tres idiomas más hablados son el chino mandarín con 873 millones, el castellano con 550 millones y el inglés con 328 millones. Todos ellos son hablantes que lo utilizan como primera lengua, no hay duda de que como segunda o tercera las cifras varían, pero, está claro, que hay estadísticas para todos los gustos.

Esta especie de introducción/posición sirve para que entendamos la importancia de los idiomas. Si además resulta que el que nos ha tocado usar por nacimiento o situación geográfica es el castellano o español, como lo queramos llamar, deberíamos entender el valor que tiene al poder comunicarte sin casi esfuerzo, por las variaciones lingüísticas que existen, con tantos millones de personas. Y es debido a esto que su correcto uso y conservación es de vital importancia como reconocimiento de nuestra cultura, tenemos una gran literatura que da fe de ello.

Hagamos un pequeño esfuerzo sobre cuál es la cantidad de palabras que usamos con normalidad en nuestra cotidiana vivencia. Descubriremos que en el mejor de los casos estamos entre 2.000 y 3.000 vocablos diferentes, pero la Real Academia Española tiene activas en el diccionario de la lengua 93.111 palabras, bien es cierto que, primero no existirá nadie capaz de usarlas todas y además habrá unas cuantas que estarán en desuso. De cualquier forma, utilizamos alrededor de un 2,5% de todas ellas.

Pues fijémonos en algo en verdad curioso, siendo tan pocas las que utilizamos y habiendo tantas activas, resulta que nos vamos a otros idiomas, en especial el inglés, para poder expresar determinadas acepciones que queremos manifestar para darnos a entender. Me voy a permitir, y creo que lo comprenderán, poner nada más que quince ejemplos de los muchos que hoy en día venimos utilizando:

'Casting' por audición; 'show' por espectáculo (la entrada será más cara); 'lunch' por comida (en una tasca imposible, allí se papea); 'coach' por entrenador (esta es última moda); 'runner' por corredor (si somos 'runners' debemos ser más profesionales que siendo corredores); 'business' por negocio (así es mucho más importante, lo otro es como ser autónomo); 'fashion' por de moda (esto es de tienda cara); 'shorts' por pantalones cortos (lo segundo es más de pueblo); 'mail' por correo electrónico (mucho más tecnológico); 'newsletter' por boletín (si no parecería un panfleto); 'password' por contraseña (es como más oculto); 'feeling' por atracción (esta es todo un hallazgo: no he tenido 'feeling', siempre se había dicho: lo siento pero no me gustas); 'selfi' por autofoto (si no te haces selfis no estás en el mundo); 'single' por soltero (para serlo hay que tener más de cuarenta años) y 'VIP' por importante (si no se te considera así, mejor te quedas en casa).

Como verán no nos faltan palabras, quizás, y me van a disculpar, lo que echamos de menos es personalidad para hablar según nuestra propia identidad. Si recurrimos a la historia, lo primero que encontraremos, en cuanto al idioma, es que ya teníamos uno propio en la época prerrománica. El nacimiento de la versión actual nos aparece en los cartularios de Valpuesta (Burgos) en el siglo IX, y a continuación, finales del siglo X, hallamos escritos protorromance, en lengua riojana o navarroaragonés, en San Millán de la Cogolla con las 'Glosas Emilianenses', y por último en 1492 Antonio Nebrija publica en Salamanca la primera gramática de la lengua castellana. Tanto esfuerzo y tiempo para decir, ahora: «Hago spinning».

Es cierto que lo maravilloso sería que todos los habitantes del mundo hablasen un único idioma, de esa forma igual nos entendíamos mejor a la hora de saber cómo realizar más humana la forma de convivir. Pero como escribía al inicio son demasiados idiomas los existentes para cambiar ahora nada, por lo tanto, como de lo que se trata es de defender y dar lustre al nuestro, por favor, no lo pervirtamos y lo hagamos en unas generaciones irreconocible. Es necesario sentirse orgulloso de lo que nos identifica y el idioma lo hace en primera persona.

*Presidente de Aragonex