Síguenos en redes sociales:

Virando a babor

Miguel Miranda

Los presupuestos y la ética

La primera vez que escuché en un mitin aquello de «Primero el País, después el partido y por último, yo» me pareció toda una declaración ética admirable si fuera verdad. El problema es que casi nunca lo es. Por el contrario la norma es «primero yo, segundo yo y tercero el partido si me coloca bien». Entre los que han hecho de la política su forma de vida, no hay otra y se recurre a lo que haga falta, incluida la calumnia, para allanar el camino y asegurarse el puestecico.

No afirmo nada que no esté escrito ya en el siglo XIX. No se elige a los más capaces sino a los que aseguran los equilibrios internos, aunque sean tontos o medio tontos. Con las lógicas excepciones porque hay asuntos en los que los especialistas son imprescindibles. Pero ya se sabe que en política se demuestra que cualquier mindundi se atreve con todo.

Y luego pasa lo que pasa. Afortunadamente siguen llegando al poder gracias a su propio carisma y a los sinceros apoyos de los que no pretenden nada egoísta, políticos con la ambición necesaria pero con un sincero propósito de servicio público y de gestionar el bien común y al servicio de las mayorías.

Por estos últimos, la política sigue siendo una actividad digna por mucho que suscite rechazos y preocupaciones entre la mayoría de los españoles, según encuesta tras encuesta. Y hacemos bien en preocuparnos porque lo que está en juego es el bienestar común y sobre todo de las mayorías que necesitan de la política para alcanzar cierto bienestar. Digo todo lo anterior para concluir que la posición de parte de las derechas de este país ante la elaboración de los presupuestos en la situación de emergencia por la que estamos pasando no solo es políticamente inaceptable sino éticamente rechazable e incluso suicida. Primero, segundo y tercero el Sr. Casado y los suyos. España les importa un bledo.

Pulsa para ver más contenido para ti