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Tres en uno

Daniel Gascón

El fin de la beca Erasmus

En España las clases eran magistrales; en Reino Unido teníamos seminarios

El Reino Unido ha decidido salir del programa Erasmus. Yo me sentí europeo de verdad cuando fui erasmus en la Universidad de East Anglia en 2001-2002. Volé unos días después del 11-S. La universidad me la habían recomendado mis profesores de Filología Inglesa de la Universidad de Zaragoza. Había un máster de escritura creativa. Estaba allí el British Centre for Literary Translation, hermanado con la Casa del Traductor de Tarazona. En ese momento lo dirigía Peter Bush. Lo había montado W. G. Sebald, que enseñaba allí literatura centroeuropea y murió ese curso en un accidente de tráfico. Nos invitó a hablar en su clase Cristina Punter, descendiente de exiliados españoles y casada con Don Bartlett, traductor de literatura escandinava.

En España las clases eran magistrales; allí teníamos seminarios. Un alumno inglés hizo un análisis estructuralista de la trayectoria de un grupo de rock. Él no sabía lo que era el estructuralismo antes de que le tocara hacer la presentación y le parecía una cosa muy rara. Yo, que conocía la teoría, no habría sabido aplicarla tan bien. Pasaba las tardes en la biblioteca, en cada asignatura leíamos un libro a la semana, nos escribíamos en la sala de ordenadores, íbamos al cine en una iglesia desacralizada, los martes tenía clase de escritura creativa. Estudiantes erasmus se manifestaban contra la globalización, en las fiestas de Development Studies sonaba Manu Chao, los viernes por la tarde repartía el 'Rabbit', la guía de ocio del campus. En mi planta de la residencia estábamos 12; todos británicos, salvo un alemán, un californiano que siempre comía cereales y yo.

Entre los trabajos que tuve estaba el de sospechoso en las ruedas policiales. Nuestra jefa era Fran: decía que su sueño era jubilarse y vivir en España. Ganamos una liguilla de fútbol (la final fue contra unos griegos). Los domingos cenábamos pasta con Nicola (romano) y Leopoldo (turinés). Muchas noches quedábamos en mi cuarto con Morgan (neoyorquino, hacía cortos), Julia (de Ohio, escribía), Lisa (canadiense, Políticas), Marie (Niza, Derecho), Jean-François (Niza, Derecho), Sabrina (Leizpig, traducción). Fui a una charla de Germaine Greer porque Lisa la admiraba y a mí me gustaba Lisa: pagar para oír a un escritor. Conocías otro sistema universitario, aprendías inglés, te relacionabas con gente de otros sitios. También te hacías amigo de gente de tu país. Muchas veces estaba con Gaspi y Alberto, que iban a tocar a las calles de Norwich -¡60 pounds nos hemos sacado, Gascón !-. Gaspi era de Cangas de Onís y Alberto del barrio de San José. Tenía el escudo del Zaragoza tatuado en el brazo. Se suicidó en el 2005. Abro una vieja cuenta de correo y veo un email de Alberto: estamos en la misma sala y hace chistes. Veo otro de Lisa, está haciendo un trabajo de clase y dice que podríamos ir a tomar café. @gascondaniel

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