No es ningún secreto que los llamados hispanistas ingleses se han aprovechado de las tradicionales debilidades de nuestra investigación histórica para divulgar nuestro pasado… a su manera.

Hay, entre ellos, por supuesto, ejemplos altamente meritorios y trabajos que merecen consultarse con mucha atención. Como, por ejemplo, Memorial de libros naufragados (Ariel), de Edward Wilson-Lee, profesor de historia formado en Oxford y Cambridge con un asombroso acopio de conocimientos en torno a Hernando Colón, a quien dedica un ensayo orientado hacia su faceta de bibliófilo y dueño de una de las bibliotecas más relevantes de su época.

Hombre renacentista y notable escritor, Hernando, hijo menor de Cristóbal Colón, comenzó adquiriendo libros raros y antiguos desde muy temprana edad. A los primitivos códices mayas tendría acceso desde su residencia de Santo Domingo en el Nuevo Mundo, donde los Colón poseyeron un palacio, además de encomiendas y un inmenso poder. En la Roma de principios del XVI, por entonces la auténtica capital de Europa, en la que Hernando residiría tras sus viajes transoceánicos para defender en una inagotable sucesión de pleitos la herencia y el buen nombre de su hermano Diego de Colón, primogénito y heredero del Almirante, se hizo con los primeros volúmenes de Leonardo da Vinci, editados en la legendaria imprenta veneciana de Aldo Manucio. A medida que la biblioteca de Hernando iba engrosando, su dueño soñaba con sistematizarla, inventando una serie de métodos clasificatorios precursores de las modernas técnicas de archivo y búsqueda, desde los índices por materias a las bibliotecas virtuales. Su pasión por el orden le llevó a exponer cuanto descubría o reflexionaba, de ahí que sus crónicas, biografías (sobre todo, la de su propio padre) o sus cuadernos de viaje sigan teniendo hoy un gran valor, y no sólo en el ámbito de la historia colombina.

Por poner un ejemplo, el lunes 3 de agosto de 1517, Hernando Colón escribía a su paso por nuestras tierras: «Çaragoça ciudad grande de Aragon hasta Perdiguera ay cinco leguas y pasase por barca un rio un millo de Çaragoça por puente. Perdiguera es in lugar mediano de hasta cien vecinos y hasta Lanajara hay quatro leguas…»

Cartógrafo, explorador, marino, descubridor… Hernando Colón fue muchas cosas, pero de una de las que más orgulloso se debió sentir fue de su universal biblioteca.