Nombrar a Martín Arnal Mur es invocar la constancia elevada a la categoría de resistencia. Martín, natural de Angüés, supo desde joven que su vida no sería fácil. Pero, en realidad, lo más difícil para alguien como él habría sido ceder, doblegarse, renunciar a luchar contra el fascismo.

Hasta tiempos bien recientes, mantuvo el activismo a través de sus libros, dando testimonio de lo que fue una existencia entregada a defender y divulgar el espíritu de una rebeldía que mantuvo intacta hasta el final. Su biografía está llena de hitos de su beligerancia, de su envidiable lucidez, de su fraternal modo de participar en cuantos actos en defensa de la recuperación de la memoria le reclamaban. De extraordinaria vitalidad, subió a Puerto Viejo en varias ocasiones dentro de las Jornadas de la Bolsa de Bielsa y su presencia resultaba imprescindible allí donde tocaba hablar de episodios de maquis, de los peligros de la clandestinidad, de las esperanzas que debían mantenerse a veces como elemento casi único para la supervivencia física y moral. Hubiera cumplido cien años el próximo 12 de noviembre. Su legado coloca muy alto el listón de la oposición frente a cualquier modo de opresión o de mediocre denuncia de los abusos del capitalismo. Por eso, es difícil desear a Martín Arnal que descanse en paz, porque su paz no era la del descanso. La paz de Martín Arnal fue la de la colectividad, la insistencia y la solidaridad. La paz de Martín fue la de una conciencia que no se rindió jamás, que arengaba contra el silencio de los cobardes, que no se detenía ante ningún obstáculo.

Martín Arnal fue una persona íntegra, sin fisuras ni concesiones. La ancianidad no consiguió domarlo. Cabe agradecerle profundamente su compromiso, celebrar haber compartido con él conversaciones y momentos que hoy día son tan escasos como necesarios. Cabe despedirle pero no dejar que se vaya muy lejos.

Este compañero del alma, se nos ha ido en el otro lado de ese Pirineo que tantas veces cruzó y ayudó a cruzar con la sombra de la muerte clavada en el macuto. Intentaremos seguir la huella que este hombre irrepetible ha abierto en la dura nieve del conformismo y la superficialidad. Intentaremos que no caiga en el olvido su esfuerzo. Intentaremos ser dignos receptores de tu mensaje.

Hoy que hemos perdido a Martín Arnal, queda más distante y enriscada la libertad. Por eso toca caminar juntos, muy juntos hacia ella.