Como hoy es sábado supongo que pasará sin pena ni gloria que el 27 de noviembre se celebra en nuestro país el día del profesor.

Dice la RAE que se trata de la persona que ejerce o enseña una ciencia o arte.

¡Que cachondos! A muchos ya les gustaría llegar, soltar la retahíla de contenidos, cerrar la carpeta y para casa. No es tan sencillo. También toca torear en plazas complicadas, muchas veces por las carencias personales que desde un sentido amplio llevan a clase sus alumnos y alumnas. Si asomáramos la cabecica por las aulas de primaria, secundaria, centros de educación especial, centros de educación a lo largo de la vida e, incluso, universidades observaríamos que la enseñanza es mucho más que eso, al menos en la mayoría de los casos.

¿No es cierto que cuando la maestría se realiza de manera adecuada y vocacional a través de ella se transmite a las personas (denominadas alumnos) valores, actitudes, se despiertan inquietudes…? Pues a mí esto me suena a que nuestros maestros y maestras son fundamentales en nuestra construcción como personas y por extensión de nuestra sociedad.

No se echen las manos a la cabeza, que con ello no quiero decir que los maestros tengan que ser adoctrinadores, como en algún momento de la historia pudieron llegarlo a ser. Lo que quiero decir es que me resulta demasiado simplista definir el trabajo que hacen vinculado a su propia titulación. Creo sinceramente que deberíamos de elevar su condición a la de Educador/a.

¿Han visto ustedes películas como El club de los poetas muertos o La lengua de mariposas? En ellas se retrata en diferentes épocas ese rol que estoy describiendo y que, por suerte, no está tan alejado de la realidad.

No sé ustedes, pero yo a lo largo de la vida he tenido la gran suerte de contar en mi vida con grandes y buenísimos educadores como Don Luis, Don Andrés, Doña María Pilar, Mª José Aprell, Inmaculada Velaz, Jose Mª Abad Buil… Y quien hoy es compañero de artículos en este diario, Miguel Miranda. Me niego a reconocer que lo único que me han aportado son conocimientos y les agradezco que me picaran para ser inconformista, generaran en mi ansia por aprender, por ser una persona crítica, con criterio y por aportar algo a la sociedad.

Desde mi rincón reconozco y agradezco el gran trabajo de los educadores y educadoras en nuestro país y en todo el mundo y animo a que ese reconocimiento sea generalizado y también institucional.