Tendencias estereotipadas hacen que se sigan manteniendo discursos sobre la baja matriculación de las mujeres en las carreras de ciencias, esto dejaría de ser un condicionante si en nuestro país se hubiera invertido, de manera prioritaria, en investigación, en tecnología de la información, en desarrollo e innovación… En este caso España contaría con una industria más competitiva y numerosos licenciados no se irían a trabajar a otros países en los que les proporcionan un nivel de vida acorde a su preparación, sino que se quedarían aquí, según cuentan ellos, en su país. El descontento que se ve en nuestros investigadores, muchos de ellos son mujeres, por la falta de presupuestos que les garanticen una continuidad, es patente. Para seguir trabajando tienen que recurrir, al albur, a métodos de financiación y no siempre lo consiguen, quedando paralizados los trabajos. Si esto no fuera así no estaríamos hablando de la falta de interés de la mujer por los estudios de ciencias, se habría generalizado una normalidad equitativa, también en las empresas a la hora de contratar especialistas, por lo que el desarrollo del país hubiera sido mayor.

Más posibilidades

En el ámbito familiar, a la hora de tener que aconsejar a las hijas a realizar estudios encaminados hacia una profesión, prevalecen aquellos que creen que tienen mayores posibilidades para ellas, lo que condiciona y limita otras opciones. Recuerdo el caso de una alumna que, cuando yo daba clases de dibujo técnico y artístico en Formación Profesional de Estética, llamó la atención por demostrar que, en su casa, le obligaban a realizar esos estudios que no deseaba. Ella quería ser, y lo decía con pasión, mecánico de motos. Se expresaba con frustración, su actitud pasiva, sin seguir el método académico, le condujo a realizar de manera impulsiva dibujos automáticos –una manera de despachar demonios–. Su empeño y una conversación con el tutor del centro y sus padres, le llevaron a trabajar en lo que deseaba. Este caso es bastante habitual y no hay que olvidar que no solo son las chicas, también los chicos tienen dificultades sociales y familiares cuando quieren realizar estudios para ejercer profesiones de estereotipos femeninos.

Los estudios en Formación Profesional han sido, en las últimas décadas, poco alentados por el sistema educativo

Los estudios en Formación Profesional han sido, en las últimas décadas, poco alentados por el sistema educativo. La inercia era hacer una carrera universitaria porque garantizaba un buen nivel de empleo, ahora no es sí. Más aún, la enseñanza secundaria y universitaria han ido bajando en conocimientos haciendo tabla rasa para evitar abandonos. Por otro lado escasean técnicos y profesionales cualificados para trabajar en las numerosas Pymes que tenemos en nuestro país y que son importantes pilares de nuestra economía. Formar a jóvenes hacia una profesión de interés laboral ha de ser prioritario para los gobiernos –en el de Aragón empieza a haber un cierto indicio–. Lo que es evidente es que el nivel de conocimientos no puede disminuir, pasar de curso sin haber aprobado todas las asignaturas es construir con cimientos de arena. Está muy bien recordar a ilustres científicas y hacer campaña de sus logros, pero sirve de muy poco si no se invierte en formación para alcanzar un buen nivel de enseñanza. Lo cierto es que la realidad impide que las y los jóvenes tengan un horizonte de trabajo plausible y bien remunerado.