Mujeres de antes y después

Mañana se celebra el Día Internacional de la Mujer, con las que nos felicitamos en todas nuestras funciones y estados. Pero hay mujeres únicas que no quiero soslayar: Mujeres del ayer.

Sé que antes de madres fuisteis mujeres. Sé que os marchasteis plenas de gozo y vida para iluminar nuestro camino y darnos esa paz que emanaba de vuestra serenidad y generosidad. Fuisteis mujeres de vuestro tiempo y generación, os casabais pronto, a los 21 años, justo a la mayoría de edad de entonces. Ni mejor ni peor, diferentes en su yo y circunstancia social e histórica. Generación de mujeres abnegadas a su matrimonio y llamadas a la responsabilidad con la crianza de sus hijos. Mujeres en blanco y negro. Sin independencia económica (esa lucha la hemos hecho nosotras). Algunas bordaban en su casa mientras escuchaban la radio en una habitación con poca iluminación y con mesa redonda y estufa en invierno, era su entretenimiento obligatorio, para la formación del ajuar de sus hijas.

Nadie es más que nadie

Gracias mujeres por haber dedicado miles de horas sin sacar el ojo de la aguja, sin exigencias, sin pretensiones, dándonos todo vuestro sacrificio posible para la libertad de hoy obtenida, practicando el entendimiento de que nadie es más que nadie y que erais benditas entre todos los hombres esposados, con la alegría de ser abuelas y pensando siempre a favor de la familia.

Habéis sido emblema de verdad y justicia en las que sostuvisteis el peso de la balanza noble de vuestro hogar y conducta familiar. Hermanas fieles y amigas de vuestras amigas en buena cosecha humanamente sembrada. Una referencia inapelable nos guardáis, que con vuestras huellas vivientes os habéis mantenido en nuestros corazones. Madres mujeres, gota a gota de bondad constante y fluidez amorosa, que nos habéis enseñado lo mejor para ser nosotras mismas, respetando otras diferentes mujeres del ayer, queridas, luchadoras, incansables, tenaces y dignas de nuestra irrenunciable admiración. ¡Felicidades, a las de ayer y a las de hoy!