La presentación de una candidatura para organizar los Juegos Olímpicos de invierno del año 2030 es un proyecto de Estado que exige de seriedad, diálogo y consenso. Nada de eso parece que haya imperado en los últimos meses de negociación entre el Comité Olímpico Español (COE), el Gobierno de Aragón y la Generalitat de Cataluña. Más bien al contrario. Las diferencias y el distanciamiento entre los Ejecutivos de Javier Lambán y Pere Aragonès siguen siendo los protagonistas en los últimos meses en los que se ha perdido un tiempo precioso. Además, el principal activo que avalaba la candidatura olímpica, la unidad, está desaparecido y no da señales de vida.

La primera parte de este proyecto se sustenta en el trabajo técnico, pero éste exige un acuerdo político para llevarlo a efecto. Y ahí es donde la DGA quiere presentar batalla para equilibrar el peso que tiene Aragón respecto a Cataluña. El COE daba por hecho el consenso el pasado viernes y anunció que se firmaría mañana mismo. Sin embargo, Lambán negó la mayor y desde el Pignatelli se apresuraron a rectificar con contundencia horas después de las declaraciones de Alejandro Blanco.

Aragón ya no se fía e incide en que la candidatura debe ser «de igual a igual y equilibrada en todos los aspectos»

Aragón ya no se fía e incide en que la candidatura debe ser «de igual a igual y equilibrada en todos los aspectos». Además, el Ejecutivo de Lambán asegura que «no hay ninguna garantía» de que se vaya a plantear en esos términos. Y lo que es peor, apunta que «la desconfianza respecto a todos los demás interlocutores es absoluta». «Es una candidatura de España, pero Aragón no la apoyará si no queda a salvo y fortalecido el interés de la comunidad», añaden. En este escenario, no se descarta presentar una propia.

En la jornada del domingo, sin embargo, las aguas volvieron a su cauce, al menos aparentemente, y Lambán escribió a través de Twitter que «la candidatura de los Juegos del Pirineo de 2030 avanza merced al buen trabajo del presidente del COE». Eso sí, apuntaba que «los precedentes y las dudas hacen recomendable que el Gobierno de Aragón no se precipite en las decisiones. Ha de estar todo muy claro antes de que demos nuestro visto bueno», decía el presidente aragonés.

La desconfianza es un mal síntoma cuando se quiere acometer un proyecto de tal envergadura. La soberbia mostrada por Cataluña también lo es. El Gobierno de Aragón, el 'Govern' y el COE tienen enfrente candidaturas de un peso más que relevante y el tiempo juega en su contra. Pero de nada servirán las prisas si no hay una base sólida sobre la que construir algo. Todo está en el aire. Todavía.