Llevábamos meses alertando acerca del peligro real de que, desde el menosprecio y la prepotencia de quien todo lo quiere para sí y de quien además lo permite, Aragón y más en concreto el Alto Aragón y sus gentes pudieran verse privados de sus legítimas aspiraciones a participar del sueño olímpico.

Entre otras muchas, sin ir más lejos, el pasado martes, día 15 de marzo, en este mismo medio y por parte del que suscribe, donde ya alertábamos del riesgo de que intereses espurios, egoístas, opuestos al ideal de propiciar un desarrollo equilibrado del territorio y fomentar un verdadero progreso económico, social y demográfico, empujaran para desbancar a las comarcas del Pirineo aragonés de una participación activa y protagonista en la organización de los Juegos Olímpico de Invierno de 2030… y a recoger, cómo no, los frutos que su celebración provoca.

¿O es que acaso no hablábamos de esto?

Y efectivamente parece que la peor de nuestras pesadillas, nuevamente, lleva camino de cumplirse si finalmente acaba por aceptarse la propuesta técnica filtrada cuya firma, ratificación y presentación se ha convocado, salvo cambios de última hora, hoy viernes día 1.

¿Por reparto equitativo debemos entender que todas, absolutamente todas, las pruebas reinas y de mayor calado y repercusión deportiva y mediática se celebren en Cataluña? ¿Alguien mínimamente razonable puede aceptar que ubicaciones como el Valle de Tena y el Valle de Benasque, con las estaciones de Formigal y Cerler al frente, puedan verse privadas de albergar prueba alguna? ¿Alguien que ostente el cargo de presidente del Comité Olímpico Español, en su condición de árbitro, puede auspiciar bajo su mandato la subordinación de todo un territorio y de sus gentes, con sus consecuentes anhelos de desarrollo, en beneficio del que todo lo tiene y que todo lo quiere para sí?

¿Debemos los aragoneses nuevamente llegar a aceptar semejante agravio comparativo?

¿Es así como vertebramos el territorio? ¿O es que debemos concluir que a determinados territorios nos va a acabar por sobrar España? ¿A esto llamamos una candidatura de país?

No, no, y mil veces no; por supuesto que así no es una candidatura de país. Si lo que se trataba era de propiciar la candidatura de un territorio concreto a la que solamente sumar Aragón, de refilón y con letra minúscula para no empequeñecer la misma y a modo de mera excusa que sirviera de coartada, haber empezado por allí y no se hubieran perdido tantos esfuerzos e ilusiones en su empuje. Pero también convendría estar atentos a las consecuencia del mismo por parte del Gobierno central por cuanto el agravio es tan injusto como monumental y tardaría, si lo hace, en curar.