El Periódico de Aragón

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Candido Marquesan

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Cándido Marquesán

Un discurso falaz y reaccionario

Madrid es una España abierta, solidaria, tierra de acogida, la España de todos

He leído varias veces el discurso de Isabel Díaz Ayuso (IDA) en la fiesta de la Comunidad de Madrid del 2 de mayo. Dudo mucho que ella lo haya escrito. Mas, lo incuestionable es que, si lo ha leído, es porque lo asume. Todo está en clave estatal. Sr. Feijóo, sea precavido.

Los adjetivos que he extraído del discurso han sido: Madrid es una España abierta, solidaria, tierra de acogida, la España de todos, que no se ahoga en identidades, acogedora, comprensiva, plural y universal, que se niega a la confrontación ideológica, una España de todos, y quien quiera tolerancia que mire a Madrid. Todas estas palabras son una muestra de cinismo, hipocresía y desvergüenza. ¿Cómo se conjuga que su Madrid es abierto, tierra de acogida para todos con sus recientes palabras en Castilla y León de Socialismo free (libre de socialismo)? Tal mensaje no es algo anecdótico, ya que busca instalar en el ambiente la idea de la extirpación del otro por pensar distinto.

Durante el Tercer Reich, los nazis acuñaron la expresión para determinados territorios Judenfrei (libre de judíos). ¿Cómo se conjuga un Madrid solidario siendo de facto un «paraíso fiscal» dentro de España, que supone una competencia desleal con el resto de las comunidades y que impide el equilibrio interterritorial? ¿Cómo se conjuga su negativa a la confrontación ideológica, cuando su discurso se ha construido básicamente con ella frente al gobierno de Sánchez?

Ahora reproduzco las siguientes palabras, todo un insulto a la inteligencia y a toda investigación histórica solvente. Sorprende que desde las universidades madrileñas y sus departamentos de historia no hayan salido en tromba a desmentir semejantes majaderías.

«Napoleón estuvo ciego cuando intentó invadir una nación con dos milenios de Historia: desde la romanización, la monarquía visigótica, la «España perdida» por la invasión musulmana, que nos hace perseverar durante casi ocho siglos para seguir siendo europeos, libres, occidentales; el Camino De Santiago, las Cortes de León, la Unidad Nacional que logran los Reyes Católicos, el Descubrimiento del Nuevo Mundo, la Escuela de Salamanca, la Monarquía católica, es decir, universal...»

Habla de la España perdida por la invasión musulmana, lo que supone eliminar todo el legado musulmán, además del judío. Inconcebible. Los musulmanes como los judíos eran tan españoles como los cristianos, ya que llevaban siglos viviendo en la Península Ibérica. Además, tan extranjera era la religión cristiana como la musulmana o la judía. Todas vinieron de fuera. Mas, IDA y muchos españoles siguen considerando solo «españoles» a los celtas, los íberos, los celtíberos, los cartagineses, los romanos y los visigodos, pero no a los musulmanes y judíos, aunque hubieran nacido durante generaciones en la península. Esta es la opción de los que columbran con auténtico frenesí en el pasado una España eterna, heredera de Tubal, nieto de Noé, y católica desde antes de Cristo y recitan con fruición –ya se preocupó de ello nuestra escuela franquista– la lista de los reyes godos, de Ataulfo a don Rodrigo.

Pasemos ahora a la antigüedad de la nación española. Para Esperanza Aguirre es de tres milenios, Rajoy la redujo a 500 años. Ahora IDA cuadriplica la cifra. Hace dos milenios la actual España no era más que una «conjunto de territorios dispersos», una sucesión de diferentes «pueblos». Hispania era una provincia romana. Y el reino visigodo tampoco puede entenderse como una nación. Para Álvarez Junco, el nacionalismo español nace a inicios del XIX ligado al liberalismo, y va a seguir los avatares del liberalismo. La derecha española, la derecha católico-conservadora en general, va a ser antinacionalista en aquella primera fase. Ellos defienden la religión, al monarca absoluto, pero no defienden a España, ni mucho menos la soberanía del pueblo español.

En cuanto a la unidad nacional de los Reyes Católicos, el mismo Álvarez Junco señala que ni Isabel ni Fernando tenían idea de la «unidad nacional», ni les importaba. No están logrando la unidad nacional, como decían las historias que nos enseñaban durante el franquismo. Lo que les importaba era reunir cuantos más territorios podían, como a cualquier gran señor feudal, monarca o emperador de la época. Una prueba irrefutable.

En 2006 se celebró una exposición con motivo del V Centenario del matrimonio de Fernando, tras enviudar de Isabel, con Germana de Foix, organizada por las Cortes de Aragón y la DPZ, siendo presidentes respectivamente Francisco Pina y Javier Lambán, y en la publicación aparece: «Solo la temprana muerte del hijo recién nacido de este matrimonio impidió que prosperase una nueva política de alianza con Francia, que permitió presentar a Fernando en la historiografía tradicional como adalid de la unidad de España y un sinfín de tópicos historiográficos que afectaron a este segundo matrimonio». El andorrano y catedrático de Literatura Española de City University of New York Ángel Alcalá Galve sobre tal matrimonio: «¿Dónde quedaban, sino en el retrete de sus ambiciones personales sus presuntas ambiciones de lograr al fin de 800 años la definitiva unión nacional de España, que habría sido la meta de su matrimonio con Isabel?

En cuanto a la Monarquía católica y universal. Ella fue la culpable de uno de los mayores genocidios de la Historia Moderna: la expulsión de los moriscos. Pero, esto no es historia.

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