Sí o sí, los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 tenían que tener en Cataluña su máxima expresión y para eso había que hacer lo que fuera, hasta negociar el presidente del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, con el independentista Artur Mas. «Ni puto caso a Zaragoza», era la consigna. Pero cuando Aragón se pone gallito porque se ningunea a los negociadores, se empieza a reivindicar el mismo papel que Cataluña porque lo que nos daban eran migajas, y se corta el paseo militar por el que pensaban transitar los que nos embarcaron en esta aventura, entonces se nos acusa de ser intransigentes, insolidarios, mentirosos y anticatalanistas. Algo que ya conocemos bien de otros momentos, pero que no tiene nada de real.

No hay más que mirar atrás en el tiempo para rememorar cómo a los aragoneses se nos tachó de ir contra Cataluña (y también contra el Levante) por todos los movimientos políticos y sociales en torno al trasvase del Ebro. Y se vio que no solo no era verdad, sino que, aquí, en Aragón, se sigue reclamando en algunas zonas obras para mejorar la llegada del agua. Pero también se acusó a Aragón de anticatalán cuando se exigían desde la comunidad pasos fronterizos por el Pirineo central... O cuando se pide la igualdad de trato con el Archivo de la Corona de Aragón, cuya sede está en Barcelona, por no hablar de toda la polémica abierta con la devolución de los bienes de las iglesias aragonesas de la Franja Oriental. Entonces, éramos más anticatalanistas porque coincidió con el clímax del independentismo, pero ahora que todavía tienen en Cataluña obras de arte de nuestra comunidad, se nos sigue acusando de lo mismo.

Pues resulta que esto es lo más torpe que se nos puede decir porque en Aragón no somos anticatalanistas. La historia es común y nuestras relaciones personales, comerciales, institucionales y corporativas son abundantes, e incluso se podría decir que extraordinarias. Lo que ocurre es que desde Cataluña siempre se nos ha visto a los aragoneses como simpáticos y majicos, e inferiores, claro. Porque ellos siempre han estado arriba. Y eso no es así. En Aragón hay muchos críticos contra la intransigencia del independentismo catalán, como en casi toda España, y ese sentimiento se acrecienta con actitudes como las que se están conociendo estos días con la candidatura olímpica.

Con los Juegos de 2030 se supone que la política no tendría que haber estado encima de la mesa de la negociación, aunque desde el primer momento en que surge la idea se sospechaba que el Gobierno central, de la mano del COE de Alejandro Blanco, quería contentar al independentismo catalán y así rebajar las tensiones de otros años y mantener el feedback con el Gobierno de Sánchez. Digamos que aunque Aragón o el presidente Lambán lo intuyeran, se suponía que de lo que ahora había que hablar era de deporte, de proporciones en las pruebas y de inversiones. Aragón no sabe nada de cuántas inversiones iban a venir aquí, al Pirineo y/o a Zaragoza. Ahora, conocidas algunas de las reuniones que el presidente del COE ha mantenido en estos últimos años, ya no podemos asegurar que Cataluña no supiera lo que le iba a llegar. Igual en esa comunidad sí que sabían ya lo que les iba a aportar los Juegos...

Aragón y los aragoneses seguimos teniendo muchos lazos con Cataluña (hay muchos ciudadanos de aquí que han invertido en empresas o en viviendas allí e incluso que trabajan, aparte de tener tantos kilómetros de frontera que necesitamos ser solidarios mutuamente para numerosos servicios del día a día) y tenemos muy buenas relaciones como para que se nos tache de insolidarios y anticatalanistas. Y quizás esas acusaciones que llegan de partidos políticos tan importantes como Esquerra Republicana de Catalunya habría que ponerlas encima de alguna mesa de debate político porque ya está bien de que cada vez que se reclame algo desde Aragón se nos diga lo mismo. Si lo que se perseguía con los Juegos de Invierno es que Aragón tragara y ya está, mal. Si querían que se retirara de la carrera, mal también porque tenemos antecedentes de pugnas olímpicas. Y si buscaban otro objetivo, ahora se ha quedado al descubierto. Con Aragón no se juega sucio.