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Afortunadamente los tiempos cambian (en algunas cosas a mejor). La lucha de las mujeres para que frases como estas no se pronuncien ni se ejerzan con normalidad en el ámbito doméstico, como algo tradicional que se transmite de generación en generación, avanza poco a poco en pleno siglo XXI. Frases o situaciones como: tareas propias de mi sexo, labores domésticas (cocinar, hacer las camas, ordenar la casa, limpiar, comprar, planchar, la crianza de los hijos, etc.), que ya se ponen en tela de juicio en nuestra sociedad cuando la protagonista es la mujer. Hace poco una jueza avaló la corresponsabilidad de la pareja y reconoció al padre el derecho a 16 semanas de permiso. El motivo, en este caso, es que su hijo murió en el parto. La Seguridad Social se viene oponiendo a otorgar estas prestaciones que solo reconoce para la madre. El padre recurrió y ha conseguido una sentencia que avanza en la conciliación y reconoce el valor de la corresponsabilidad «como pilar para lograr una verdadera igualdad de género». El demandante y su abogado se basaron en no vulnerar el artículo 14 de la Constitución Igualdad ante la ley. Ganaron.

También considero que la publicidad inteligente que vemos últimamente y a diario en los spots de televisión hace muchísimo más por los avances sociales que los discursos políticos por la igualdad. Porque cala de forma subliminal en las conciencias de los espectadores. Es una fórmula fantástica de brindar otro modelo de pareja más actual donde el hombre tiene su lugar, su protagonismo y su responsabilidad.

Ejemplos: llaman a la puerta para entregar un producto antical para el lavavajillas. Abre un hombre joven con un bebé recién nacido en sus brazos. En todo el anuncio no se ve a una mujer en escena. En otro ejemplo un padre y sus hijos varones de corta edad recogen la ropa sucia y la ponen en la lavadora. Tampoco aparece una mujer en esta tarea doméstica habitual en el hogar. En otros medios de comunicación se pueden ver fotografías preciosas o vídeos en redes sociales con el padre metiendo con extrema delicadeza a su bebé en la cuna, cambiándole con maestría los pañales a su hija, o dándole el biberón con amor y técnica de experto. Estos anuncios dejan su poso y educan a los niños desde pequeños a colaborar en las tareas del hogar y que la crianza de los hijos es cosa de dos.

Un paso de gigante en el que la publicidad inteligente (hecha por excelentes profesionales) contribuye al progreso de la educación y de visibilizar con acierto la nueva realidad de la paternidad responsable. Sin duda ayuda a alejar ese machismo incrustado todavía en la sociedad que limita o se avergüenza de esa tarea tan gratificante de ver crecer a sus hijos y colaborar en el milagroso proceso de la crianza. Seguro que esos hombres que sienten y practican la paternidad con entrega y satisfacción son más felices. Aunque les robe horas de sueño, de trabajo fuera de casa, de compaginar lo exterior y lo interior, de cansancio. La paternidad es una experiencia para vivirla completa.

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