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Sala de máquinas

Juan Bolea

Goya y los monstruos

La figura de Francisco de Goya y Lucientes ha provocado tal número de reflexiones, versiones y recreaciones, al menos, como las que seguirá provocando en el futuro. Padre de la modernidad pictórica, el artista aragonés, siempre en permanente vanguardia, seguirá siendo para otros pintores, cineastas, escritores o dramaturgos fuente de pensamiento e inspiración.

Concretamente en el Goya adulto, en el veterano autor de las Pinturas negras se inspiró el dramaturgo Antonio Buero Vallejo para escribir El sueño de la razón. Obra que esta semana, invitando al espectador a disfrutar de un relevante montaje, se representa en el Teatro Principal de Zaragoza, con Antonio Valero en el papel del pintor y Ana Fernández en el de su querida (en todos los sentidos) Leocadia.

Buero Vallejo concibió su dramaturgia goyesca en 1970, en vida del dictador Francisco Franco, con la censura de su régimen vigente. El autor se esforzó en burlar a los censores como en sus obras anteriores, utilizando imágenes y metáforas de incomprensión, aislamiento y oscuridad para simbolizar la España privada de libertades y aherrojada por una dictadura que comenzaba a dar las mismas señales de decrepitud que la salud de Franco. En El sueño de la razón, Buero practicaría ese subterfugio utilizando las Pinturas negras como metáfora de la España franquista.

Para ello, eligió situar a Goya en 1823, justamente cuando el Trienio Liberal acababa de ser aniquilado por la reacción armada realista, aquellos 100.000 hijos de San Luis que acudieron para reponer en el trono a Fernando VII. Riego fue ajusticiado y la Constitución de 1812 relegada a un cajón. A Goya, aquel nuevo cambio le cogió otra vez con el pie cambiado. La España más tenebrosa cerraba la puerta a cualquier innovación.

Decepcionado por la orientación política de su país, desorientado por su sordera, cancelado en la Quinta del Sordo, vemos sobre las tablas del Principal a un Goya envuelto en premoniciones y misterios, ora hermético, ora irónico. En su estudio, junto a sus amores, viven también sus monstruos, animales que quieren arañarle, morderle, bestias humanas, brujas, gigantes, diablos, soldados, inquisidores... A pesar de los cuales sobrevivirá y seguirá creando una obra única, hipnótica, derivada del sueño de su razón, y de su genio.

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