TERCERA PÁGINA

La negación lleva a la desaparición

Herminio Sancho Íñiguez

Herminio Sancho Íñiguez

Gritan y gritan palabras gruesas sin medir las consecuencias. A quienes les beneficia el ruido frente a la normalidad democrática buscan, tan peligrosa como calculadamente, la deslegitimación de las instituciones. Hablan de gobiernos y presidentes «ilegítimos», de instituciones naturalmente «corruptas» y califican a compañeros políticos como «vendidos».

La razón es la negación. El populismo político de este país niega cualquier otra posibilidad de gobierno, de desarrollo de la democracia, de gestión de lo público, que no sea la suya. Niegan, de hecho, que nadie más que ellos tengan ni capacidad ni incluso legimitidad para estar al frente de las instituciones.

Por eso utilizan cualquier medio para llegar o para volver a hacerse con el poder, sin importarles las consecuencias. Saben que mantener a la sociedad permanentemente convulsionada desgasta. Igual da que también desgaste al sistema: lo importante es el propio beneficio por encima del común. Anteponen el «cuanto peor, mejor». Rabian ante los avances de los gobiernos actuales. Se oponen sin reflexión alguna. Se sitúan incluso en posiciones contrarias sobre el mismo tema si con ello desgastan a los gobiernos legítimos.

Tenemos dos grandes e insustituibles instrumentos que marcan las líneas de los principios democráticos, la Constitución y nuestro Estatuto de Autonomía. Ningún desarrollo en igualdad sería posible para los mas débiles sin estas normas, creadas para asegurar un verdadero Estado social y de derecho.

El incumplimiento flagrante y plenamente consciente de los mandatos más claros de la Constitución, como es el de la formación del gobierno de la Justicia, supone una anomalía democrática incomprensible. Más aún si el principal partido de la oposición, jaleado por sus socios ultraderechistas, propone chantajes para avenirse a acuerdos que no deberían ser optativos, porque son obligatorios.

Ese negacionismo respecto al sistema político, o directamente sobre la realidad, que practican algunos lleva a criminalizar acciones o comportamientos que no solo son perfectamente legales y totalmente democráticos, sino que, además, no son diferentes respecto a sus propios comportamientos en otros momentos de nuestra historia democrática. Curiosamente, qué extraño todo, trasladan la idea de que cuando ellos lo hacen es legítimo, pero si hacen lo mismo otros, no lo es.

Frente a la crispación interesada, deberíamos poner el foco en la normalidad. Después de la aprobación de tres presupuestos generales y cuatro presupuestos autonómicos, unido a la aprobación de nuestros presupuestos locales, tenemos que hacer un balance positivo de la estabilidad que generan al devenir diario de los ciudadanos.

Tengo fe en el trabajo de alcaldes y concejales para combatir este negacionismo democrático. Solo vuestro esfuerzo y entrega gratuito, el conocimiento de la realidad más cercana, va a hacer posible revertir esta realidad paralela en la que algunos quieren instalar a la política.

Tenemos las herramientas para mejorar la vida de nuestros pueblos, sabemos nuestras necesidades y sabemos nuestras fortalezas. Decidimos quedarnos aquí para luchar por lo que queremos. Todo lo hacemos con nuestra gente, aplicando el sentido común y diversificando nuestras potencialidades, que las tenemos y son muchas.

Que no vengan, por favor, a trasladar a nuestros municipios el clima de enfrentamiento en el que tan cómodos están algunos. Debemos contar con todos pero, por favor, pido que quienes no viven en nuestra situación o los que eligieron o tuvieron que marcharse, respeten como mínimo lo que decidimos.

Ojo a los que ahora quieren negar todo lo conseguido, porque tampoco dudan en deslegitimar el sistema. Pero muchos sabemos que no estuvisteis cuando conseguimos el estado del bienestar en el mundo rural, porque no creíais en esa posibilidad.

Ahora, antes de generar distorsión y opinar a la ligera, demostrad que queréis subiros a un tren que sin los que se quedaron y luchan cada día desde el mundo rural no existiría.

Y cuidado, porque la negación lleva a la desaparición.

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