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IR DE PROPIO

Laura Bordonaba

Cosas que nunca te diré, hasta hoy

El otro día Isabel Coixet visitó nuestro Paraninfo en el marco de una actividad denominada El tiempo de las mujeres y que trae siempre a una mujer de consolidada y laureada trayectoria para ser entrevistada por otra mujer aragonesa reconocida, en este caso, la crítica de cine Carmen Puyó.

No sabía que esa tarde además de Isabel iba a tener otro protagonista. Nos sentamos con tres amigas en la parte de atrás. A mi lado se sentó un señor que sobrepasaba los 85 y que parecía emocionado. Con el tiempo he aprendido a reconocer en apenas unos segundos quién te va a contar algo y quién lo va a hacer de una manera interesante.

Esta sala me trae muchos recuerdos, me dijo. Yo estudié Medicina aquí, hace demasiados años. Me contó que tenía tres especialidades, entre ellas algo relacionado con Nutrición y Traumatología, pero que había desarrollado su actividad sobre todo como médico de familia.

Le dije que era uno de los pocos hombres que se habían acercado esa tarde, y me dijo que estaba encantado, y que él se declaraba feminista convencido. No puede ser de otra forma, me dijo. Hombres y mujeres son iguales. También me contó que actualmente estaba enfermo, y que su carrera como médico le había ayudado a aceptar la enfermedad y vivirla de manera serena. También que la Medicina le había servido, sobre todo, para entender al ser humano a nivel de comportamiento y manera de ser y acercarle a él.

Isabel Coixet iba hablando poco a poco de su vida, de sus comienzos, con ese sentido del humor tan suyo que llenó la sala de risas y de complicidad.

Mi antiguo estudiante de Medicina escuchaba atento. Pensé en la cantidad de historias que habrían pasado por su consulta, y que Isabel habría podido convertir en una película. Mi cabeza de escritora siempre fantasea con escuchar la historia perfecta para convertirla en novela. Él no sospechaba que esa tarde me estaba regalando mi próxima columna. Cosas que nunca te diré hasta hoy, querido estudiante.

No pude preguntarle a Isabel Coixet, porque no hubo espacio para preguntas, por qué siempre elige localizaciones especiales. Una lavandería, una plataforma petrolífera, una caravana en el jardín de una madre, un cementerio. Lugares que me hacen pensar en los cuadros de Hopper y en el aislamiento pero a la vez en lugares en los que colocar a personajes que interactúan y no pueden escapar. El Aula Magna del Paraninfo también era aquella tarde uno de esos lugares, un lugar en el que escuchar historias que convertir en palabras.

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