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APUNTES AL MARGEN

Alfonso Alegre

Canal Roya: esperpento

La verdad, no sé si lo de Canal Roya es para indignarse o para burlarse. El esperpento es de tal nivel, que se podría hacer mofa si no fueran a fastidiar un valle del Pirineo con el dinero de todos y básicamente para nada.

Podemos empezar por lo razonable o lo de invertir dinero público en estaciones de esquí. Cada vez las temporadas de esquí son más cortas, porque la nieve llega más tarde y se va antes. Es el cambio climático, ese que Lambánponía en cuestión cuando resulta que nevó con Filomena. Lo de que no tiene ni pies ni cabeza invertir en expandir estaciones, lo saben de sobras sus propietarios, por eso ellos no invierten, dejan que con el dinero de todos les regalen la inversión. La DGA ya tuvo que rescatar Candanchú (empresa privada) con el dinero de todos. Parece que esos propietarios se están acostumbrando a que, con el dinero público, sus inversiones son más rentables. Todo un ejemplo de emprendimiento. Los propietarios de Candanchú son las familias Yarza, Forcén, Solans y Alierta. Leo los nombres y me entran dudas de si estoy hablando de Canal Roya, de La Romareda, de los kioskos de Zaragoza o del hotel de lujo de Canfranc. Está claro: su olfato empresarial les hace detectar los que van a ser los mejores proyectos para el conjunto de la sociedad. Y es por eso que después la DGA o el ayuntamiento se los subvencionan. No puedo sino dar las gracias a estos emprendedores y a los gobiernos que con tanto sentido del Bien común los apoyan.

Volviendo a Canal Roya, el absurdo es aún mayor cuando resulta que las ayudas son europeas y tienen por finalidad adaptar el turismo a un menor consumo de energía, así como a paliar las consecuencias del cambio climático y la protección de la biodiversidad. Vamos, que las telecabinas van a pedales y la nieve de los cañones se produce sola. Y para acabarla de rematar, de toda la subvención europea para la sostenibilidad del sector turístico en Aragón, la DGA ha decidido destinar el 82% para el esquí y el 18% restante para todo lo demás: el mudéjar, la Semana Santa, Goya, el rafting, el senderismo y esas otras chorradas que no son el esquí y que a nadie le importan. Está por ver que Europa trague con esta barbaridad.

Si finalmente este absurdo proyecto se lleva a cabo, me temo que habrá algún jugoso pelotazo urbanístico aprovechando la jugada. Tengo la sensación de haber vivido ya todo esto.

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