La opinión de Sergio Pérez

Miguel Torrecilla y el mercado de los resucitados

Eugeni Valderrama, con una bufanda del Real Zaragoza, en el césped de La Romareda en su presentación.

Eugeni Valderrama, con una bufanda del Real Zaragoza, en el césped de La Romareda en su presentación. / ANGEL DE CASTRO

Sergio Pérez

Sergio Pérez

Desde que LaLiga impuso un control financiero rígido sobre los clubs para buscar la sostenibilidad y el equilibrio y comenzó a aplicar el modelo de gasto salarial que gobierna el fútbol profesional actualmente, las diferencias económicas entre los equipos se ensancharon de manera notable. La enorme deuda del Real Zaragoza, disparada en su día por unos irresponsables, ha sido una losa terrible a la hora de confeccionar las plantillas, como creciente ha sido también la imposibilidad de pujar por según qué jugadores y a según qué precios. La permanente incorporación de delanteros en régimen de cesión, las piezas más caras del puzzle, es la más clara ejemplificación de ese problema.

A lo largo de estos años, para salvar tan altas barreras, fichar lo que puedes, no lo que quieres, el Real Zaragoza ha apostado en sus decisiones más importantes por la cantera, la imaginación, la búsqueda en mercados secundarios más baratos, por el trabajo de secretaría técnica, por jóvenes con proyección pero con todo aún por hacer y por futbolistas de cierta trayectoria pero en un momento valle o decadente con el ánimo de recuperarlos. Los tiros han salido por donde debían en muchas ocasiones y, en tantas otras, por la culata.

A dos días para que se cierre esta ventana de enero, Miguel Torrecilla está rehaciendo profundamente la plantilla, a la que creyó con capacidad para aspirar a estar entre los seis primeros o cerca de ellos, pero que en la hora de la verdad se ha quedado en menos, tanto que tiene en marcha una clara revolución invernal con el objetivo de mejorarla. El director deportivo lleva poco más de un año en el cargo y en ese tiempo ha frecuentado el mercado de los resucitados, futbolistas que un día fueron, que no están en el escalón donde estuvieron y con los que sueña, una vez firmados, que vuelvan a ser lo que fueron.

Así contrató a Álex Alegría, que había marcado doce goles hacía cinco temporadas con el Numancia en Segunda y que en su última cesión vio seis veces puerta en 17 partidos en el Extremadura. Alegría no resucitó. Con ese mismo patrón firmó luego a Álvaro Giménez, 20 tantos con el Almería en la 18-19 y a Nano Mesa, que esa misma campaña brilló en el Tenerife e hizo diana en cuatro ocasiones. Por el momento, ninguno de los dos ha revivido con la fuerza necesaria. Petrovic y Vada, descartes del Almería, responden también a ese perfil: tuvieron cierta talla y no estaban en su mejor nivel al llegar al Zaragoza. Su rendimiento tampoco ha sido pleno hasta ahora. En cierta medida, en esa política de contrataciones hay que encuadrar la llegada de Grau, que no le ha dado para quedarse en el Osasuna en Primera pero que jugó bien en Lugo y en el Tondela. Y, sobre todo, la de Eugeni, un centrocampista ofensivo de mucha calidad que sobresalió en el Albacete en la 18-19 con ocho goles y un gran impacto en Segunda, pero que viene de difuminarse hasta la nada en el Huesca y de no cuajar en un equipo de la zona baja de la Primera de Portugal. Otro jugador con el que la esperanza es resucitarlo.