El Periódico de Aragón

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La actualidad del Real Zaragoza

Violeta, gloria al león eterno del Real Zaragoza

El zaragocismo llora la muerte, a los 81 años víctima de un cáncer, del jugador aragonés que más partidos ha lucido su camiseta (473)

José Luis Violeta, en una entrevista con este diario. CHUS MARCHADOR

Insistía en que no pensaba marcharse sin volver a ver a su Real Zaragoza en Primera. Envolvía la proclama en tanta contundencia que apenas dejaba espacio al escepticismo del receptor. La misma con la que se empleaba con un balón en los pies y el brazalete en su brazo izquierdo. Pero la vida, o la muerte, no ha querido esperar más. Traicionera, casi sin avisar, se ha llevado a José Luis Violeta, el León de Torrero, a los 81 años. Un cáncer fulminante deja al zaragocismo sin una de las figuras más relevantes de su historia. Violeta, el jugador aragonés que en más ocasiones lució la elástica blanquilla (473), verá desde el cielo, algún día, el regreso de su Zaragoza a lo más alto.

La noticia fue un mazazo. Pocos sabían, hasta hace unos días, que Violeta, la leyenda, se encontraba gravemente enfermo. De hecho, él mismo se había enterado hace apenas unas semanas, cuando acudió al médico al encontrarse mal. El diagnóstico fue letal. Este jueves, en su habitación del hospital Miguel Servet de la capital aragonesa y rodeado de los suyos, el León de Torrero fallecía dejando tras de sí un imborrable reguero de lágrimas. Como las de Aguado, su amigo del alma y el único que igualó esos 473 partidos con el escudo del león en el pecho. Hace apenas un mes, ambos protagonizaban un reportaje conjunto para conmemorar el 90 aniversario del club. «Estabas fuerte como un roble», sollozaba ayer el Gran Capitán en sus redes sociales.

Con Violeta se va un pedazo de historia del Real Zaragoza. Fue Magnífico y Zaraguayo. Internacional y campeón. Pero, ante todo, fue zaragocista. De ley. De cuna. De sangre. Nobleza y valor. Bandera y orgullo. Dio plantón a todo un Real Madrid para devolver al equipo de su vida a Primera División. Y lo hizo. Porque Violeta cumplía sus promesas. Salvo una. La última. O no. Porque José Luis Violeta Lajusticia, el León de Torrero, volverá a ver al Zaragoza en Primera. Lo hará desde el cielo. El lugar al que tantas veces trasladó a un zaragocismo al que hizo feliz. La gloria. La eternidad. 

Humilde y generoso

Violeta deja un legado de humildad y generosidad en el trato. De amor a unos colores y una huida constante de los focos. A José Luis le gustaba el segundo plano, no molestar ni estorbar. Estar ahí sin que se notara ni hacerse notar. Al contrario que en el campo, donde el León enseñaba las garras. Su imponente físico le hacía temible en las batallas y su elegancia con el esférico le convertía en una amenaza constante no solo para los delanteros rivales.

Con él, la figura del libre o líbero adquirió otra dimensión. Violeta, que no se separó del Real Zaragoza en toda su carrera futbolística, tampoco lo hizo después, cuando, a los 36 años, colgó las botas para engrandecer aún más su leyenda. Pero siempre desde fuera, sin postulaciones ni delirios de grandeza. No. Violeta era uno más. Un exfutbolista legendario al que le encantaba acudir al bar a jugar la partida, la raqueta y pasear por Torrero, su barrio de siempre incluso cuando se mudó a Sagasta. 

Se va el mito, el héroe, el león. Se marcha el futbolista aragonés que en más ocasiones honró una camiseta de un blanco mucho más brillante que ahora. Violeta, campeón de dos Copas del Generalísimo y una de Ferias, es uno de los personajes principales de una historia envuelta en grandeza y honor. Violeta, querido y admirado por todos, es eterno. «El Zaragoza me lo dio todo», decía casi tan a menudo como mostraba su admiración hacia Carlos Lapetra, el jugador que más le marcó. Incluso más que su temido Di Stéfano.

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EN IMÁGENES | La historia de Violeta y el Real Zaragoza

El León de Torrero se marcha sin ver cumplido su deseo. El Real Zaragoza continúa en Segunda aunque soplan vientos de cambio que permiten soñar con una nueva era. La suya, envuelta en gloria, estuvo marcada por esos Magníficos y Zaraguayos entre los que ejerció de nexo de unión. Violeta, capitán y soldado, volante y central, deja el recuerdo de uno de los futbolistas más completos en la historia del club, pero, sobre todo, de un zaragocista extraordinario. Deja mujer, dos hijos y cinco nietos para los que su abuelo siempre será ese león que luce en el escudo del Real Zaragoza. Violeta, el Magnífico, el Zaraguayo, el futbolista, el zaragocista. El Zaragoza, su Zaragoza, le debe un ascenso. Él, José Luis Violeta, ya se ha ganado el cielo. Descanse en paz.

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