En las 109 jornadas correspondientes a las dos últimas temporadas y media, el Real Zaragoza solo ha sido capaz de superar la duodécima posición en la tabla en once (siete en la 21-22 y cuatro en la 20-21). Es decir, el equipo aragonés se ha pasado más del 90% de tiempo durante este periodo instalado en la más pura mediocridad, alejado de arriba y siempre más cerca del peligro que de cualquier sueño.
De hecho, el Zaragoza lleva toda la actual campaña ubicado en esa misma zona, incapaz de asaltar la primera mitad de la clasificación y cada vez más lejos de un playoff que se sitúa ya a once puntos, mientras que el descenso sigue el acecho, a solo cuatro unidades tras el famélico empate del pasado lunes ante la Ponferradina (0-0).
Los datos acentúan una mediocridad sustentada sobre una evidente falta de gol y, por consiguiente, de victorias. En estas dos temporadas y media (la 20-21,la 21-22 y lo que se lleva de la actual), el Zaragoza no ha sido capaz de marcar un tanto por partido tras anotar 97 en esos 109 encuentros disputados, una pertinaz sequía que le ha llevado a acumular hasta 46 partidos (el 42% del total) sin hacer un gol y a un raquítico 29% de porcentaje total de victorias (32).
Así, anclado a la vulgaridad, el Zaragoza afronta el resto de la temporada en ese modo supervivencia al que hizo referencia el capitán, Alberto Zapater, y que no acabó de gustar del todo a Escribá o a algún compañero, como Tomás Alarcón, convencido del potencial de la plantilla para aspirar a cotas mayores. Sin embargo, la realidad muestra a un equipo frágil, con déficit de calidad y preso de un errático diseño de la plantilla durante el pasado verano.
La historia se repite en un club que ha hecho de la vulgaridad su hábitat. De hecho, los 30 puntos que atesora ahora suponen una cosecha similar a la de las últimas temporadas. Así, en seis de las últimas siete campañas el equipo llegó a estas alturas de la competición con un máximo de 31 puntos (16-17 y 17-18). La excepción fue la 19-20 cuando el Zaragoza de Víctor Fernández era tercero y firme aspirante a un ascenso malogrado después a raíz de la pandemia. La puntuación actual es, junto a la de la 18-19, la tercera más baja desde el último descenso, solo mejor que los 29 puntos del pasado ejercicio y los 27 del anterior.
Al ralentí
De poco viene sirviendo empeñarse en la imperiosa necesidad de cerrar la puerta. El Zaragoza lleva tiempo entre los equipos menos goleados (tan solo siete han encajado menos tantos hasta ahora que los 22 del conjunto blanquillo) pero sus problemas ofensivos suponen un lastre demasiado pesado para acometer cualquier intento de escalada hacia terrenos menos agresivos. Faltan goles, victorias y esa dosis necesaria de personalidad para escapar de una vez de una mediocridad a la que se mantiene ligado un Zaragoza menor que parece haberse desprendido ya de ese efecto Escribá que se tradujo en una evidente progresión tras la llegada del técnico valenciano.
En cualquier caso, el balance de Escribá sigue siendo positivo merced a las tres victorias, cinco empates y apenas dos derrotas en los diez partidos dirigidos desde que llegó. Pero aquel avance se ha ralentizado y el Zaragoza se distancia cada vez más del sosiego, víctima de su mediocridad.