Los defensores de los animales recuerdan que el análisis del ADN extraído de fósiles no ha apreciado diferencias sustanciales entre los caballos del Pleistoceno americano y los caballos actuales. Sin embargo, los fósiles e incluso el testimonio de unas pinturas rupestres muestran que eran bastante diferentes: eran menos robustos y tenían mayor altura que los actuales.

En definitiva, la evolución de los caballos modernos se produjo en Eurasia. La principal hipótesis de los expertos sostiene que los animales actuales son el fruto de una domesticación que empezó hace 6.000 años en Asia central a partir de diversas especies hoy desaparecidas. Actualmente no quedan más individuos salvajes que los caballos Przewalski, en Mongolia.