Quien limita su consumo de vino, mejor si es tinto, a poco más de una copa diaria favorece todas las funciones de su corazón e incluso consigue mantener una salud cardiovascular mejor que las personas abstemias. Esta curiosa observación ha quedado confirmada en las cuatro investigaciones que un equipo de médicos del Hospital Clínico, de Barcelona, coordinados por Ramon Estruch, han realizado en los últimos siete años sobre el efecto que diferentes vinos de mesa, y alguna bebida de mayor grado alcohólico, ejercen en el cuerpo humano.

Lo comprobado hasta ahora es que los hombres que toman a diario un par de copas de tinto (270 mililitros) y las mujeres que beben una copa y media consiguen que su sangre permanezca en un saludable equilibrio lipídico: les aumenta el colesterol bueno (HDL), protector de las arterias, y se les oxida y reduce el colesterol malo (LDL), el que se adhiere a la pared de los vasos sanguíneos y puede formar trombos e infartos. Otro dato constatado es el efecto antiinflamatorio que tienen las citadas proporciones diarias de vino en las arterias. La inflamación arterial es uno de los factores que intervienen en el infarto de miocardio.

Estos efectos se atribuyen tanto a los polifenoles que contiene el vino --sustancias que contienen numerosas frutas y verduras en variada proporción-- como a la fermentación bacteriana del azúcar de la uva, es decir, al alcohol. De ahí que la mayoría de investigaciones emprendidas por Estruch hayan comparado distintos vinos con la ginebra, una bebida de alta graduación (40°), desprovista de otras sustancias, que se ha cotejado reduciendo la dosis diaria para poder juzgar concentraciones alcohólicas equivalentes.

PUBLICADOS El último estudio, pendiente de publicación en una revista científica, ha comparado vino tinto, vino sin alcohol y ginebra. El resultado más positivo lo ha proporcionado el vino tinto. La primera investigación en la que se observaron los citados resultados, realizada en el 2004, fue publicada en la revista científica Atherosclerosis, de EEUU. Comparó el efecto del vino, siempre en las citadas pequeñas proporciones, con el de una porción equiparable de ginebra combinada con tónica. El vino demostró ser más beneficioso para la salud cardiovascular que la ginebra, ya que esta no desinflama las arterias. En el 2008 se difundió un segundo estudio en la revista Journal of Nutrition, de EEUU, en el que las bebidas comparadas fueron cava y ginebra. De nuevo, el cava redujo el colesterol negativo, aumentó el positivo y redujo la inflamación arterial. Un año después, American Journal of Clinical Nutrition publicó un nuevo trabajo del Clínico en el que los participantes, en este caso solo mujeres, habían tomado de forma pautada vino blanco o negro. El tinto, como siempre, proporcionó unos efectos más beneficiosos que el vino blanco en los niveles de colesterol de la sangre.

SOLO POR EL CORAZÓN "Si no fuera porque, tomado en exceso, perjudica al hígado e interviene en varios tipos de cánceres, sería correcto proponer el consumo de vino --dice el doctor Estruch--. Desde el punto de vista del corazón y de las arterias cerebrales, no hay duda de que es beneficioso. Siempre que el bebedor se limite a las cantidades moderadas con las que investigamos".

Tras tener noticia de los estudios del Clínico, productores de vino andaluz de denominación de origen y crianza biológica, auspiciados por la Junta de Andalucía, han propuesto al equipo de Estruch y a sus colegas del Hospital Reina Sofía, de Córdoba, que investiguen la incidencia cardiovascular de sus productos. Este nuevo estudio analizará a un centenar de voluntarios, que durante un mes tomarán vino o una cantidad proporcional de ginebra. La investigación, financiada por el Gobierno andaluz, comparará vinos tipo manzanilla y jerez criados mediante un proceso biológico exclusivo andaluz, llamado bajo velo de flor.